sábado, 17 de septiembre de 2016

No pierdas de vista el objetivo

Hace unos días, mientras veía de nuevo una de las retransmisiones de los juegos olímpicos de Londres, me llamó mucho la atención un caso muy particular de un joven surcoreano llamado Im Dong Hyun. Se trata de una persona declarada oficialmente ciego, de hecho comentaban que su capacidad visual es del 10% de lo que ve una persona normal, además de mencionar que en su país le fue denegado el permiso de conducir, y que no puede andar solo porque no ve los letreros de las calles, ni siquiera un teclado de ordenador. Sorprendentemente, en el deporte de tiro con arco tiene un récord olímpico, y cabe mencionar que su país ganó la medalla de oro en equipo, debido en gran parte a la capacidad de este joven. Mientras veía su actuación, notaba que sus puntuaciones entre el 1 y 10 eran únicamente 9 y 10, y escuchaba decir que en una entrevista, al preguntarle cómo tenía tan buena puntería, mencionó: “No puedo ver las marcas, solo los colores y en eso me concentro”.
¿A dónde quiero llegar con esta historia?, a tomar el gran ejemplo de Im Dong Hyun. Él no puede ver nada más que el color a donde va dirigida su flecha, es decir, su vista no está enfocada hacia ningún lado más que en el color del objetivo, y sus tiros son tan certeros como ningún otro; él solo se concentra en el punto que desea alcanzar viendo solamente el color, que para él es lo más importante, y se olvida de lo demás porque simplemente no lo ve, para él no existe más que el sitio donde sabe que está el objetivo.
Este caso, además de hablar del deseo de sobresalir del chico, es un gran ejemplo de motivación. ¿Cuántas veces estamos deseosos de alcanzar un objetivo y nos termina distrayendo todo lo que está alrededor?,... que si lo que dice la gente, que si la distancia o dificultad que enfrentamos, y tantas cosas que nos influyen y desvían de nuestro objetivo principal, dar en el centro de nuestra meta.
Quizá tengas un sueño por alcanzar o estás a la espera de cumplir un gran anhelo de tu corazón y ya lo has puesto en manos de Dios, pero aunque eso te da la seguridad de que lo puedes lograr, te ha faltado cumplir con algo muy importante: NO PERDER DE VISTA EL OBJETIVO, pese a lo que hay alrededor, a las dificultades, a las limitaciones, o a lo que digan y opinen los demás.
A pesar de cómo pinte el panorama, las dudas que puedan surgir o lo mucho que crees que esté tardando la respuesta, no debes dudar, no puedes perder de vista el objetivo, el centro de ese gran sueño, la dirección hacia donde la flecha de tu esfuerzo va dirigida.
Puede que sientas que has perdido el rumbo, el destino o el sentido en el que iba dirigida tu mirada,  pero nunca es tarde para retomarlo. Dios está a tu lado para darte la visión que por momentos te hace falta, y no es necesario que comprendas con exactitud cada cosa que sucede, porque basta con ver lo que realmente importa para llegar a la dirección correcta, al destino que Dios tiene preparado para ti, más allá de lo que pudiste imaginar.

¿Hacia donde va dirigida tu mirada?, ¿sigue puesta en la meta o la han desviado las circunstancias? Puede haber una o mil cosas que se encuentren a tu alrededor, pero cuando tu mirada solo está puesta en el punto exacto de tu meta y permites que sea Dios quien te dirija, puedes estar seguro que nada impedirá que llegues a ella.

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