Dios envió
a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. 1 Juan 4;9

El amor de Dios está, sin duda, en el centro de la
misión y el mensaje de Jesús. En su Evangelio, que escribió antes, Juan afirmó: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para
que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan
3:16).
Pablo nos dice que el amor de Dios es la esencia de
nuestra vida, y nos recuerda que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es
en Cristo Jesús Señor nuestro (Romanos 8:38-39).
El amor de Dios es tan fuerte, accesible y firme que
podemos iniciar cada día sabiendo que todo lo bueno viene de su mano, y que
podemos enfrentar los desafíos con su poder. Su amor es lo que más importa en
esta vida.
¡Gracias,
Señor, porque tu amor es rico y puro, poderoso y sin medida!
El amor de
Dios permanece firme cuando todo lo demás se desmorona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario