La Palabra de Dios tiene un poder tan grande que no podemos consentir que sigamos sin conocerla. Para eso es necesario que apartemos un tiempo todos los días para el estudio de la misma. En muchas ocasiones no sabemos qué hacer frente a las situaciones que se nos presentan, por desconocer el poder que ella tiene. “Es como martillo que despedaza la roca”, Jeremías 23:29, dice el Señor. Por eso, Jesús venció al enemigo con la Palabra, demostrando el conocimiento que tenía de la misma.
Pero sobre todo, no podemos leerla como una historia más, sino pidiéndole que nos dé revelación para el entendimiento de la misma, y que nuestros ojos espirituales sean abiertos, para conocer los misterios que aún no han sido revelados y están escondidos.
Requiere disposición de leerla y hacer de eso un hábito, y leerla sin interrupciones. Deleitémonos, a la vez que empezamos a descubrir el poder que tiene sobre todas las cosas, y cuán efectiva es cuando lo hacemos con la convicción de que se trata de la palabra de Dios, para ser usada en todo lo que necesitemos.
Requiere disposición de leerla y hacer de eso un hábito, y leerla sin interrupciones. Deleitémonos, a la vez que empezamos a descubrir el poder que tiene sobre todas las cosas, y cuán efectiva es cuando lo hacemos con la convicción de que se trata de la palabra de Dios, para ser usada en todo lo que necesitemos.
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