sábado, 24 de septiembre de 2016

Dulce abandono

Hay perfumes que con unas pocas aplicaciones suyas, son suficientes para perfumar todo el cuerpo. Accionar la valvulita de la botella unas cuantas veces puede cambiar todo el entorno de una habitación. Y si el frasco se derramara, cambiaría la atmósfera de toda la casa varios días. Sería demasiada fragancia.
Resultado de imagen de DULCE ABANDONO EN LAS MANOS DE MI SEÑORCuenta la Biblia que una mujer vino a Jesús con una vasija de alabastro, conteniendo perfume de nardo puro valorado en unos trescientos denarios, el salario de un jornalero de casi todo un año. Rompió el vaso y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús (Marcos 14:3-5).
¿Por qué romperlo? Simplemente podría haberlo destapado y derramada la costosa fragancia sobre la cabeza del Señor…

Steve Green, compositor, en su tema “Quebrantado y derramado” traza un conmovedor paralelismo entre esa vasija y nosotros, haciendo un paralelismo con esta escena de la Biblia. El perfume se liberó “como un preso ya sin cadenas, como un alma que del mal se libró. Fui quebrantado por amor a ti, Cristo” expresa la bellísima canción.
Había que romper la vasija. Era imperiosamente necesario quebrarla. No funciona de otra manera. No hubiera sido lo mismo verter el perfume a chorritos y quedarse el frasco entero, de una sola pieza. Significaría seguir siendo lo mismo, como a nosotros nos gusta.

Cada vez que pienso en esto, veo que para que la grata fragancia de mi perfume (servicio), rendido a los pies de mi amado Señor, llene la casa, sea de bendición, es necesario que yo dé un paso al frente, me niegue a mí mismo, rinda toda mi voluntad al Señor, y que el perfume sea para Él… en fin, que sea quebrantado.
Cuando pienso en esto, recuerdo y reconozco que todo lo que poseo proviene de un valle de lágrimas. Cada vez que pienso en esto, veo en otros hermanos y hermanas la bendición que han sido o están siendo, mientras más profundo ha sido o está siendo su valle de lágrimas.
Esto no significa que para ser de bendición haya que vivir llorando; de ninguna manera. Lo que hay que destacar es un denominador común en estas situaciones en particular: el quebranto visto como un dulce abandono.

DULCE ABANDONO EN LAS MANOS DE MI SEÑOR, DE MI VIDA, DE MIS DESEOS, DE MIS PENSAMIENTOS, DE MI VOLUNTAD… ABSOLUTAMENTE DE TODO MI SER.

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.



(Romanos 12:1-2 RV60)

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