domingo, 4 de septiembre de 2016

Cuando es Dios quien te llama...

Se ha preguntado usted alguna vez: “¿Soy obediente cuando Dios llama?” Esto puede indicar que su preocupación tiene que ver con “una obediencia parcial”, ya que no ha podido dedicarse por completo al ministerio o bien no tiene suficientes ganancias viviendo solo del evangelio. 
¿Le guiará Dios por las circunstancias, o será que le falta fe? Consideremos esta cita:

Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.
(Romanos 11:29)

La idea del texto es que Dios en su fidelidad, no va cambiando de idea todos los días, ni todos los meses, ni de un año para otro. Dios no cambia. Nosotros los hombres frecuentemente cambiamos de opinión y de acción, pero Dios nunca, nunca cambia. 

El consejo de Dios es eterno. De principio a fin, Él sabe todas la cosas, hace sus determinaciones de acuerdo a su gloriosa voluntad y a su divina gracia. (Millones de gracias le doy a Dios porque Él no obra de acuerdo a mis obras, ni a mis equivocaciones, pero sí de acuerdo a su divina y eterna voluntad.) Cuando Dios decide, esa decisión es gloriosamente irrevocable. 

1. Cuando llamó a Israel, lo llamó para que fuera su pueblo eternamente. Conocía sus debilidades, sus pecados, sus fallos, sus idolatrías, pero aquí en Romanos 11, donde habla de la salvación de Israel, Pablo usa la gran fidelidad de Dios y su naturaleza inmutable, para declararnos que irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. Israel va a ser restaurado.

2. Cuando llamó a Abraham, lo llamó sabiendo que iba a mentir en Egipto, a meterse con Hagar, etc.; pero a pesar de saberlo lo llamó irrevocablemente. 

3. Llamó también a Moisés. Sabía que Moisés le iba a fallar, que intentaría robarle gloria y atribuirse poder; pero el llamado de Dios es irrevocable. Moisés estaba seguro en ese llamado y en esos dones irrevocables de Dios.
 
4. Antes de llamar Dios a David sabía todo lo relacionado con Betsabé y Urías, mucho antes de haberle llamado. Aún así, sabiéndolo todo, le llamó. Y ese llamado y aquellos dones eran irrevocables.
 
5. Cuando Dios me llamó a mi y lo llamó a usted, Dios ya sabía muy bien todos los fallos que íbamos a cometer. Conocía todos nuestros borrones y meteduras de pata, pero también su llamado y sus dones fueron irrevocables para nosotros.

Gracias doy porque me llamó a mí, y me llamó eternamente.

Si en verdad Dios te ha llamado a su servicio, Él no se ha equivocado, y no se va a equivocar jamás. Dios no cometió un error ni lo va a hacer nunca. Él te llamó porque te quería a ti, tal como eres y a pesar de lo que eres.
¿Acaso hay alguien que merezca ser salvado de sus pecados?, o ¿quién merece ser llamado para ser un pastor, un misionero o un líder cristiano? Todos fallamos y todos fracasamos de una manera u otra.
Dios nos llama sencillamente porque Él lo ha querido. Nosotros no lo comprendemos, no sabemos cómo aceptarlo, ni cómo reaccionar debida y correctamente, pero sí sabemos que, sin lugar a dudas, los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables .

Y es dentro de esta seguridad que yo, igual que Abraham, Moisés, David y todo otro siervo de Dios a través del tiempo, debo aprender cómo obedecerlo, debo aprender a confiar en Él, a vivir por la fe y hacer su voluntad. Debo glorificar a Dios y debo seguir sirviéndolo de alguna manera, para tener sentido en esta tierra, y esto haré a pesar de mis más terribles faltas y pecados.

De una vez por todas, he de creer
que ese llamamiento de Dios para conmigo, ¡es irrevocable!,
porque de Dios es y para Él será toda la gloria por siempre.
Amén.

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