“Lo mismo sucede con mi palabra. La envío y siempre produce fruto; logrará todo lo que yo quiero, y prosperará en todos los lugares donde yo la envíe.” Isaías 55:11 (NTV)
Para cada ocasión de la vida está la Palabra de DIOS que es real. Y esto no cambia. Cuando conocí a DIOS y la carga de mis pecados me abrumaba, descubrí que la Palabra decía que su Hijo Jesucristo pagó el castigo que yo merecía, para darme un nuevo comienzo sin culpa (Isaías 53:4-5, 1 Pedro 1:3-5, Hebreos 10:22).
Después de ser salvo, mi cuerpo y mi mente aún estaban afectados por mi antigua manera de vivir. Pero el Todopoderoso por medio de Su santo Espíritu y la Palabra me vivificó. A pesar de tener los pronósticos en contra, la Palabra hizo su milagro en mí. Se llevó las llamas que ardían en mi cuerpo y trajo vida a mis huesos secos (Isaías 43:2-5, Ezequiel 37). El SEÑOR me restauró y me ayudó a tener una salud totalmente normal.
Al avanzar en la vida cristiana, el Espíritu Santo me confrontó con pecados que me fue difícil dejar. Pecados que me recordaban mi antigua vida y traían vergüenza sobre mí. Pero creí de todo corazón, que el Señor Jesucristo me había obsequiado andar solamente en vida nueva y que las cosas viejas habían pasado (Romanos 6:4, 2 Corintios 5:17). Y así el SEÑOR quitó de mí el peso que no me dejaba volar libremente. Y este regalo es para todo el que quiera creer que Jesucristo le ha hecho verdaderamente libre (Juan 8:36).Y cuando el enemigo se levantó en mi contra intentando quitarme lo que DIOS tenía para mí, creí que Jesucristo le había derrotado en la Cruz y que no tenía autoridad sobre mí, y al hacerlo el Todopoderoso le reprendía por mí (Zacarías 3:2).
Cuando avancé en obediencia al SEÑOR en caminos que me eran inciertos, Él me sostuvo y me bendijo por ello. Pues Él, en su Palabra, dejó escrito que todo aquel que lo siga será bendito (Salmos 128:1-4, Salmos 25:3). El SEÑOR puede abrir camino donde no los hay, y así oportunamente, sostener a los que han confiado en Él.
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