“…Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular….” 1 Corintios 12:27
La constitución del cuerpo es compleja, veamos:
- Nivel atómico: carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, azufre y fósforo.
- Nivel molecular: agua, proteínas, lípidos, hidroxiapatita (fosfato de calcio).
- Nivel celular: intracelular, extracelular.
- Nivel anatómico: tejido muscular, adiposo, óseo, piel, órganos y vísceras.
- Nivel cuerpo íntegro: masa corporal, volumen corporal, densidad corporal.
El cuerpo humano está organizado en diferentes niveles jerarquizados, organizado por aparatos; estos los integran sistemas, que a su vez están compuestos por órganos conformados por tejidos, y formados éstos últimos de células compuestas por moléculas.
El cuerpo humano posee más de cincuenta billones de células. Éstas se agrupan en tejidos, los cuales se organizan en órganos, y éstos en ocho aparatos o sistemas: locomotor (muscular y óseo), respiratorio, digestivo, excretor, circulatorio, endocrino, nervioso y reproductor.
Una vez vista su constitución nos percatamos de su complejidad, pero al mismo tiempo vemos que todo está en completa coordinación. Caso que no fuera así, habría situaciones anómalas de funcionamiento, que se presentarían en el cuerpo como enfermedades, deficiencias, etc. Los excesos de éstas nos llevarían a daños graves de dicha máquina perfecta, la cual es alimentada por el buen funcionamiento del corazón, quien es el que da aporte sanguíneo a todas las partes del cuerpo, desde las más pequeñas a las más grandes, y recibe también de todas ellas.
Si el corazón le envía cierta cantidad de flujo sanguíneo a un órgano o tejido determinado, y este órgano o estructura se queda con esa cantidad y no devuelve nada, eso sería violar un gran principio de la vida, pues reteniendo dicho fluido más de lo debido, tanto en tiempo como en cantidad de lo que recibió, el corazón se percataría de que hace falta algo pero no sabe exactamente de dónde ni el qué. El problema se sabrá cuando el corazón, con lo generoso que es, siga enviando sus mismas remesas de sangre a dicha área, y entonces verá descubierta la zona afectada que irá aumentando despacio de volumen, lo cual la hará aún más desequilibrada, y finalmente dicha zona ira pereciendo poco a poco; pero llevándose consigo a todo su ser por el cual está viva.
Los demás órganos, tejidos y células empiezan a tratar de ayudar a remediar el problema que está llevando a colapsar a todo el cuerpo, por lo que empiezan a trabajar a mayor producción para remediar el daño que se está dando. Pero la zona que se enriqueció del vital líquido sanguíneo y sus nutrientes, está ahora más renuente que nunca a dar de lo que ha recibido, no sabiendo que está acarreando daño para su misma zona y para todo el cuerpo.
Finalmente, al seguir reteniendo termina colapsando, y puede que colapse una gran parte del cuerpo.
Exactamente lo mismo pasa en el cuerpo de Cristo, La Iglesia, en la cual todos tienen funciones diferentes. Sin embargo, algunos que en verdad son parte del cuerpo, violan el principio del Dar a los demás para así mismo, recibir.
Exactamente lo mismo pasa en el cuerpo de Cristo, La Iglesia, en la cual todos tienen funciones diferentes. Sin embargo, algunos que en verdad son parte del cuerpo, violan el principio del Dar a los demás para así mismo, recibir.
Este tipo de conductas daña las relaciones entre una persona y otra, al dejarse llevar por la retención de sus talentos y de sus bienes en beneficio de los demás. Pues el trabajo diligente de alguien bendice a muchos.
Ejemplo: el hecho de que el maestro dé clases causa que los alumnos puedan disfrutar del pan del saber, o si el mecánico repara mal el vehículo, el dueño del vehículo y sus ocupantes pueden sufrir alguna pérdida material o física.
No hacer lo que le corresponde a cada uno trae funestas consecuencias a todos, pero especialmente al descuidado y haragán.
Dios es el corazón, reparte a todos, a unos menos que a otros de acuerdo a su función y capacidad, y lo más importante que Él quiere es ver que todos aporten de lo mucho que reciben, lo que dará vida a los demás.
Los que llegan a la cima y deben dar aún más porque más se les ha dado, olvidan este principio muchas veces, y además, aquellos que quieren llegar a la cima lo que hacen es llenarse de materia y ahogarse en este mundo, del cual no podrán salir a ningún lado con esa carga que les impide elevarse.
Deben liberarse de las cargas; la carga es pesada y hay muchos a su alrededor queriendo colaborar.
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