A veces quisiéramos tener una especie de maquina del tiempo para regresar y corregir lo que en el pasado hicimos mal, y de lo que hoy vivimos arrepentidos o con cierta tristeza por intentar cambiarlo; eso que en su momento debió ser lo correcto. Duele a veces no poder hacerlo, no poder retroceder para evitar ese error cometido, pero duele más vivir en el presente soportando la culpa de todos los errores pasados.
Todos nos equivocamos, es más, dejaríamos de ser humanos si no cometiéramos errores. Algunos fallamos en unas cosas y otros en otras, esa es nuestra naturaleza humana, y el error lo notamos cuando las cosas ya han pasado, cuando analizamos y el resultado no es el que esperábamos. Pero es también al equivocarnos, cuando nos damos cuenta que nos falta mucho por aprender, y que es la única manera de valorar y comprender las situaciones de la vida.
Duele darse cuenta cuando se comete un error, cuando se tomó una decisión o actitud equivocada, pero detrás del sentimiento está la parte mas importante: el aprendizaje que nos ha dejado el haber cometido esa equivocación. Aceptar que cometimos un error es el primer paso para superarlo, una persona que no acepta que se equivocó difícilmente puede corregir su rumbo. Y el segundo paso es perdonarse a sí mismo; de nada sirve reconocer que cometiste un error si no lo intentas superar, si a cada momento solo piensas en que echaste a perder algo importante y no hay nada más que hacer, en lugar de pensar en la lección que recibiste.
Vivir culpándote por haber hecho mal las cosas solo traerá a tu vida sentimientos de tristeza; las malas decisiones que tomaste respecto a tu situación sentimental, laboral o familiar ya fueron, ya pasaron, y hoy vives un presente que necesita que te despojes del pasado para continuar hacia el futuro. Todos aprendemos de nuestros errores, y no es necesario que te culpes a cada momento por lo que hiciste o dejaste de hacer hace tiempo; lo que necesitas es ocuparte de no volver a cometer los mismos fallos y confiar en que Dios te dará una nueva oportunidad.
Vivir culpándote por haber hecho mal las cosas solo traerá a tu vida sentimientos de tristeza; las malas decisiones que tomaste respecto a tu situación sentimental, laboral o familiar ya fueron, ya pasaron, y hoy vives un presente que necesita que te despojes del pasado para continuar hacia el futuro. Todos aprendemos de nuestros errores, y no es necesario que te culpes a cada momento por lo que hiciste o dejaste de hacer hace tiempo; lo que necesitas es ocuparte de no volver a cometer los mismos fallos y confiar en que Dios te dará una nueva oportunidad.
Quizá creas que por haberte equivocado perdiste una oportunidad de ser feliz, pero debes tener presente que las personas o situaciones que te niegan las oportunidades no son las que determinan el rumbo de tu vida. Nuestro destino lo decidimos nosotros mismos, y tú tienes en una mano la determinación para hacerlo y en la otra la oportunidad que Dios te da para que vuelvas a comenzar.
Qué importante es darte cuenta de tus errores, pero más importante es saber superarlos y comenzar de nuevo, dejar la culpa y la tristeza por haberte equivocado y retomar las riendas de tu vida escribiendo una nueva historia. Un nuevo comienzo de la mano de Dios, te dará la seguridad para continuar el camino y descubrir las muchas más oportunidades que Él tiene para ti.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
2 Corintios 5:17
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