domingo, 7 de agosto de 2016

El pastor de niños

Hilario, procedente de la región más montañosa del país, estaba estudiando para ser un Pastor en una ciudad del centro del País.
Hilario, había sentido en lo más profundo de su ser que esa era una misión que debía llevar a cabo, pero ¿cómo lo supo? Muchas personas se hacen esta interrogante: ¿qué debo hacer o para qué estoy llamado en esta vida?
En esto intervienen los ambientes y las personas que hay a nuestro alrededor, que influyen positivamente en nuestras vidas.
Desde su niñez, Hilario nunca había olvidado a Don José, quien había sido el pastor de la iglesia, y que desde el púlpito un día dijo a toda la congregación de adultos, ancianos, jóvenes y niños: –pido perdón a Dios y a la iglesia que son ustedes, por no haber hecho las cosas como deben ser. Lo digo porque no he sido un pastor de Niños, me he dedicado a ser un pastor de personas mayores. Les he dejado a los maestros de la escuela dominical toda la carga. Espero que un día se levante un pastor de niños, y cuando digo niños, es que la bendición empieza en ellos, y si tiene éxito en los niños impactará a todas las edades.
Este fue el mensaje de despedida del anciano Pastor de aquella hermosa iglesia, que había sido de mucha ayuda en la pequeña comunidad de donde procedía este joven.
Esto es lo que Hilario recordaba desde su niñez, y ahora tenía el reto de ser ese pastor que no había existido, sabiendo que un pastor es un guía. Muchas veces los niños son los menos tenidos en cuenta, puede que por su corta edad, porque no trabajan, no diezman, o parece que no aprendiesen o se ven demasiado pequeños como para invertir cualquier esfuerzo en ellos.
Hilario habló con uno de sus maestros en el seminario y le planteó dicho deseo, y el maestro le dijo: –nunca se me ha ocurrido que haya un pastor de niños.
Inmediatamente, Hilario le contestó: –Pero profesor, si decimos pastor de jóvenes, ¿estará mal dicho?
El profesor se quedó pensando, levantó la mirada hacia el horizonte, como buscando una respuesta que poder darle a Hilario; y finalmente le dijo: –Hilario, estás en todo tu derecho de ser quien Dios quiera que seas para su honra.
Hilario le dijo: –Profesor, siempre he pensado que los niños son algo muy especial, son frágiles, y si les instruimos e invertimos en ellos, eso será un éxito para que nuestra sociedad sea aún más piadosa, y además, consideremos que realmente estaremos predicando no solo al presente, sino al futuro. Ellos absorben más que los de cualquier edad, su mente es un recipiente nuevo, con poca información, con deseos de llenarla de más y más datos, pero ¡cuidado!, si no la llenan de la información correcta, destruirán su propio futuro y su generación aún será más corta en edad.
El profesor estaba sorprendido con esa pasión que Hilario tenía en su mente y corazón. Finalmente, el profesor le preguntó a Hilario: -¿cómo has pensado llevar a cabo este proyecto, Hilario? ¿Cómo serás un pastor de niños?
Hilario se le quedó mirando a los ojos, puso la mano sobre el hombro del profesor y le dijo: –estoy empezando a impartir mis enseñanzas desde el Génesis enfocadas a los niños, y sé que si un niño lo entiende, también un adulto, un joven y un anciano lo pueden entender, porque todos ellos ya han pasado por esa edad de ser niños.
Entonces el profesor le dijo: –¿pero has considerado que eso sería volver para atrás con muchas personas? Hilario metió su mano en la bolsa y sacó un versículo que tenía laminado en el que se leía: Proverbios 22:6 “…Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él…”
Le dijo al profesor: -este versículo ha influido poderosamente en mí durante años después de la predicación de mi pastor, y he pensado que todos debemos entender el mensaje de una manera tal, como si de un niño se tratare. Si éste lo entiende adecuadamente, es muy posible que todos lo puedan entender. Ese es mi punto de vista, y no es imprescindible que la iglesia sea exclusiva de niños físicos, pero debo verlos en ese contexto con el único objetivo de que mi punto de partida sean precisamente los niños, para que esa palabra sea penetrada en los corazones de todos. El profesor de la Biblia se rascó la cabeza, casi incrédulo de aquello que acababa de escuchar, y le dijo:
–Realmente Hilario, me has dejado sorprendido con esa forma de ver tu ministerio, creo que es algo muy especial y piensa que debes hacer un mayor esfuerzo para enseñar a un niño que a un adulto, porque los niños aceptan todo o casi todo. También debes prepararte el doble, pero para los adultos no hace falta, solo toman lo que quieren de la palabra de Dios y se aplican en sí mismos lo que les gusta y no lo que pensamos que no es para nosotros. Sin embargo todo es para nosotros, en cambio los niños todo lo toman como si fuera para ellos y hacen un gran esfuerzo por cumplirlo.
El profesor parecía estar muy curioso de esas enseñanzas para niños, y le preguntó a Hilario: –¿me puedes dar tu opinión, en tu lenguaje para niños, sobre Génesis 1:1? “…En el principio creo Dios los cielos y la Tierra…”, ¿cómo sería tu bosquejo?
Hilario tomó un papel y comenzó a dibujar una mano que dibujaba un firmamento con estrellas, y además la tierra.
Esto significa: —Dios creó los cielos,... y hago alusión a la tierra, no a otro planeta, por eso he dibujado solo la tierra en el inmenso firmamento, pues ese debe ser nuestro verdadero enfoque: la tierra de donde somos tomados, y estrado de los pies de Dios, y los cielos su morada; no enfocarnos en otros astros ni buscar aquello que no se nos dice que debemos buscar para no extraviarnos, lo demás es para que le exaltemos aún más.
Dios, de la nada hizo algo para que disfrutáramos. Primero empieza creándolo todo, para finalmente crear al hombre solo para que disfrutara y se maravillara de lo que creó, para que él pudiese acostarse en el suelo y desde allí ver las estrellas desde la tierra, y decir... gracias Dios todopoderoso.
Dios desde el principio siempre ha hecho algo por y para nosotros, igual que un verdadero padre hace un mundo mejor para sus hijos y les dice esto es lo de ustedes, enfóquense en esto y no en las casas vecinas porque eso no es de ustedes.
Hilario suponía una innovación de pensamiento. Por primera vez, alguien con su pensar pasaba por aquel seminario.
El profesor le dijo: –Gracias Hilario por esa ilustración, la he entendido a la perfección. Ojalá un día vea tus bosquejos dirigidos a los niños, te deseo lo mejor, sigue preparándote mucho. Gracias, replicó Hilario.
Hilario estaba aún más motivado por las palabras de uno de sus maestros.
Finalmente se graduó de maestro de la Biblia, y 2 años más tarde se unió en matrimonio. Fue ordenado como Pastor, y todos le decían el pastor de Niños, por sus enseñanzas tan sencillas e impactantes que todos podían entender, incluso los viejecitos en los que el humor de las personas revivía y no tenían rostros de sabelotodo o enojo, sino que parecían niños queriendo saber aún más de esa palabra, sazonada y condimentada con el mayor aliciente e ingrediente que era el Amor que brotaba de la palabra de Dios.
Esa nueva forma de predicar y enseñar fue tan especial que todos estaban aprendiendo aun más rápido aquellas cosas que estaban ocultas, pero Hilario nació para enseñar a todas las edades. Ese era el Pastor de niños que llegó a sobresalir por esforzarse y dar aún más de lo que tenía que dar.
Dios llevó a Hilario a ser un predicador de mucho renombre en toda aquella región, donde todos lo invitaban a dar conferencias; conferencias que eran sencillas, que suponían volver a lo básico, de donde muchas veces nos hemos alejado.
Esto nos enseña que muchas veces Dios da nuevos horizontes para que su palabra sea entendida. No creamos que ya está todo dado; si dejamos que Dios actúe volverá a hacer nuevas y grandes cosas para glorificar su nombre, a pesar de que sea aburrido o gravoso para otros que no quieren olvidar y volver a aprender.
Dios aun tiene planes y hace que las personas que dispongan en su corazón ser de uso para Él, Él las exaltará para Honra y Gloria de Él.
“…Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis…” Jeremías 29:11

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