domingo, 10 de julio de 2016

Si quieres seguirme, sígueme

“…Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame….” Lucas 9:23. 
Maravillosa la invitación que hizo el Señor Jesucristo hace miles de años y hoy todavía la está haciendo, “si alguno quiere venir en pos de mí, puede venir", sígame, pero bajo mis términos, bajo mis reglas, bajo mis condiciones, “niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”
Según este verso hay dos principios para seguir a Cristo, dos condiciones.
1ª condición. Niéguese a sí mismo
El significado de la palabra negación es no ceder a sus deseos y apetitos, sujetándose enteramente a la ley y gobernándose no por su juicio, sino por el dictamen ajeno, en este caso conforme a la doctrina del evangelio. La R.A. Española dice que es abandonar voluntariamente una cosa que se posee, o algo que se tiene por derecho; en otras palabras, consiste en cederle mi voluntad a aquel que me llamó, que es Cristo.
2da. condición. “tome su cruz cada día”, refcia. Mateo 10:38
Pero surge una pregunta, ¿qué era la cruz en el tiempo que Cristo dijo “tome su cruz”?
  • A. Era una herramienta de tortura.
  • B. El peor medio de tortura de aquel tiempo.
  • C. Un medio de sufrimiento y ejecución.
Llama la atención que Cristo aún no había sido crucificado pero Él ya estaba hablando de la cruz, lo que viene a dar a entender que en aquel tiempo la gente ya había visto gente crucificada.
Por eso el Apóstol Pablo les dijo a los Gálatas:
“…Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí, y lo que ahora lo vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí…” Gálatas 2:20
En Mateo 16:24 dice así: “…Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame…” Es como si Cristo le dijera a usted y a mí hoy, “tienen que olvidarse de hacer lo que ustedes quieran hacer; dejen de hacer su voluntad, hagan mi voluntad y síganme”.
Seguir a Cristo es voluntario, Cristo no nos obliga. Todo creyente que sigue a Cristo es un discípulo de Él, aprende a seguir al Maestro todos los días, no solo cuando uno quiere sino cada día. Seguir al maestro es ser obediente a Él, y ahí es donde muchos fallamos, ¿sí o... sí? Seguir a Cristo implica dejar a un lado a mi yo.
Según Lucas 9:57-58, alguien le dice a Cristo que lo quiere seguir, pero el Señor le dijo: “…Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza…”, la respuesta de Cristo lo dejó sin palabras, y en los versos 59-60 del mismo capítulo 9 de Lucas sigue diciendo: “…Y dijo a otro: “sígueme,”. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre….” Y ahí mismo en Lucas 9:61-62, alguien más quería seguir a Jesús pero puso una condición, un “pero” “…entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor, pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa…” Estos tres casos tienen algo en común, no quieren poner lo primero, primero; en otras palabras, no quieren poner a Cristo en primer lugar, quieren seguir a Jesús cuando ellos puedan y quieran.
En conclusión:
Al principio del mensaje vimos que Jesucristo es el que pone las condiciones, no nosotros.
En Lucas 14:26-27, la palabra nos dice, “…Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo…”.
Entonces entendemos que el maestro quiere seguidores incondicionales, aunque a veces su palabra nos confronte y no nos guste. Juan 6:60-61 dice así: “…Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban esto, les dijo: ¿esto os ofende?..”  Y el verso 66 de Juan dice: “…Desde entonces muchos de sus seguidores dejaron a Cristo"; pero de todos modos el Señor Jesús todavía nos dice a todos hoy, si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame… Amén y amén.

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