El corazón del hombre piensa su camino; mas el Señor endereza sus pasos. Proverbios 16:9
… sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4:6-7
… sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4:6-7
Roberto viajaba frecuentemente debido a su trabajo, pero de vez en cuando visitaba la granja de su familia.
Un día, durante una comida, su padre desvió la conversación hacia Dios y la Biblia. Roberto, irritado, contestó: –Papá, no puedo ni quiero oír hablar más sobre ese tema; si no me veré obligado a no venir a casa.
–Roberto, no te volveré a hablar más de este tema, pero quiero que sepas que no pasará un solo día sin que ore por ti.
Unos meses más tarde el joven volvió a visitar a sus padres, y una mañana, cuando salía de su habitación, oyó la voz de su padre en la habitación contigua. Instintivamente se detuvo a escuchar la voz conmovida de su padre que suplicaba a Dios que tuviese compasión de su hijo perdido.
Con el corazón quebrantado, pues su conciencia estaba atormentada desde hacía mucho tiempo, entró en la habitación y se puso de rodillas al lado de su padre para confesar a Dios sus faltas. Después, seguro de que sus pecados habían sido perdonados, se levantó gozoso. Puede que entre nosotros haya alguien, joven o adulto, cuyos padres están esperando la conversión y oran mucho por ello. ¡Pero hay alguien que le ama todavía más que sus padres! ¡Esa persona es Jesús! Él desea darle el perdón, la paz, y conducir su vida con seguridad. ¡Vaya a Él hoy!
Un día, durante una comida, su padre desvió la conversación hacia Dios y la Biblia. Roberto, irritado, contestó: –Papá, no puedo ni quiero oír hablar más sobre ese tema; si no me veré obligado a no venir a casa.
–Roberto, no te volveré a hablar más de este tema, pero quiero que sepas que no pasará un solo día sin que ore por ti.
Unos meses más tarde el joven volvió a visitar a sus padres, y una mañana, cuando salía de su habitación, oyó la voz de su padre en la habitación contigua. Instintivamente se detuvo a escuchar la voz conmovida de su padre que suplicaba a Dios que tuviese compasión de su hijo perdido.
Con el corazón quebrantado, pues su conciencia estaba atormentada desde hacía mucho tiempo, entró en la habitación y se puso de rodillas al lado de su padre para confesar a Dios sus faltas. Después, seguro de que sus pecados habían sido perdonados, se levantó gozoso. Puede que entre nosotros haya alguien, joven o adulto, cuyos padres están esperando la conversión y oran mucho por ello. ¡Pero hay alguien que le ama todavía más que sus padres! ¡Esa persona es Jesús! Él desea darle el perdón, la paz, y conducir su vida con seguridad. ¡Vaya a Él hoy!
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