martes, 19 de julio de 2016

La astrología y los cristianos

La astrología es la pseudociencia que comprende varios sistemas de adivinación, basados en calcular y observar el efecto que sobre los humanos tiene el sol, la luna, las estrellas y los planetas. Las posiciones de los astros en el momento de nacer un niño, supuestamente influirían en su carácter y personalidad, y el trayecto de los astros revelaría el destino del individuo. En todo caso deberíamos decir que los nacidos bajo un signo astral específico únicamente son más proclives, están más inclinados, a ser de una forma que de otra.
A esta influencia la llaman astral, imaginándose que, además de tener como centro de operación el cuerpo humano, se extiende también al plano moral, o sea a los actos humanos. Como quiera que las naciones son un conjunto de individuos, supone también que las influencias astrales cambian la suerte de los pueblos y de la colectividad.
El horóscopo define los 12 signos del zodíaco, y clasifica a las personas por los signos particulares bajo los que han nacido: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis.
Millones de personas cada día revisan su horóscopo para averiguar su futuro. Firman contratos, constituyen empresas, escogen oficios, hacen apuestas, planean viajes, escogen el nombre de sus hijos, y a veces formulan políticas y decisiones de gobierno, todo en base de los presagios astrológicos, viendo si los astros les favorecen o no.
La Astrología tiene su origen en la antigua Babilonia. En efecto, la obra de Namar Beli, escrita por el rey Sargón 3.000 años antes de Cristo, se refiere a ella. Los libros del rey Asurbanipal contienen observaciones astrológicas, además de varias predicciones y reglas para la interpretación de los sueños. Los babilonios fueron los primeros que observaron los cielos y reaccionaron ante los portentos que creían ver.
Ahora bien, el hecho de que los astrólogos acierten, no significa que los cristianos deban aceptar dichas cosas. La fuente de estos poderes no proviene de Dios. La Biblia dice: “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (2 Corintios 11:14).
Son muchos los pasajes bíblicos que condenan a quienes adoran y consultan a los astros. “No sea hallado en ti quien… practique adivinación, ni agorero, ni sortilegio, ni hechicero… ni mago, ni quien consulte a los muertos, porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas…” (Deuteronomio 18:10- 12). En el juicio contra Babilonia, Dios profetizó que los astrólogos no podrían ayudarla: “Te has fatigado en tus muchos consejos. Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti. He aquí que serán como tamo; fuego los quemará, no salvarán sus vidas del poder de las llamas” (Isaías 47:13-14).
Dios dispuso que el hombre se valiera de los astros para medir las estaciones, días y años (Génesis 1:14). Pero la Biblia no indica que debamos buscar en ellos, una guía para tomar decisiones y hacer evaluaciones de nuestra vida personal. Para esto tenemos la Biblia que dice: “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isaías 8:20). Por tanto, no hay ningún apoyo bíblico para consultar la astrología en base a decidir nuestro futuro.
La sabiduría, la orientación, la comprensión y formación del carácter y de la personalidad del individuo no vienen determinadas exclusivamente por los astros del cielo, sino que vienen dados además y sobre todo, por una serie de factores, como hereditarios, el medio ambiente, la educación y la determinación de superación. Las personas que consultan diariamente su horóscopo lo hacen con la idea de evadir su responsabilidad en la toma de decisiones personales, quieren que alguien les indique qué hacer, porque así se sienten más seguros. Esta es la razón de la popularidad de programas astrológicos por la televisión, radio y prensa.
Mas quienes miran a Dios, tienen un guía que nunca falla. Jesús prometió a sus seguidores que “…cuando venga el Espíritu (Santo) de verdad, él os guiará a toda verdad…” (Juan 16:13). El autor del libro de los Salmos dijo: “Porque tú eres mi roca y mi castillo; por tu nombre me guiarás y me encaminarás” (Salmo 31:3).
Para tomar una decisión, el cristiano verdadero no se basa en averiguar si los planetas o estrellas están o no en una posición favorable, ni cree en que la fecha y día de su nacimiento determina su carácter. Él confía en que Dios tiene el control de todas las cosas y que está a su favor; se basa en hechos concretos y objetivos, pues sabe que Dios le ha dado inteligencia y capacidad para afrontar las situaciones de la vida diaria.

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