Un niño entró en una tienda de mascotas buscando un perrito. El dueño de la tienda le mostró una camada de perritos en una caja. El niño miró los perritos, levantó a cada uno de ellos, los examinó, y los puso de nuevo en la caja.
Después de unos minutos, caminó hacia donde estaba el dueño y le dijo: “Ya escogí uno”. ¿Cuánto vale?
El hombre le dijo el precio, y el niño prometió volver en unos días con el dinero. “No te retrases mucho”, le advirtió el dueño, “los perritos como esos se venden rápido”.
El niño se volvió y con una sonrisa inteligente le dijo: “No estoy preocupado, el mío estará aquí”.
El niño se fue a trabajar, desyerbando, limpiando ventanas y jardines... Trabajó duro y ahorro su dinero, y cuando tuvo suficiente para el perrito, volvió a la tienda.
Cuando llegó al mostrador puso unos billetes. El dueño de la tienda clasificó los billetes y los contó. Después de verificar la cantidad, le sonrió al niño y le dijo: “Todo bien hijo, puedes ir a buscar tu perrito.”
El niño extendió la mano hacia la parte trasera de la caja y sacó un perrito flaco, cojo y se dispuso para irse, pero el dueño lo detuvo.
“No te lleves ese perrito”, le refutó, “Es cojo, por lo que no puede jugar. Nunca correrá contigo porque no puede ir a buscar nada. Llévate uno de los sanos”.
“No, gracias, señor”, contestó el niño. “Este es exactamente la clase de perro que he estado buscando”.
Cuando el niño se volvió para salir, el dueño iba a decir algo, pero calló. De pronto entendió. Debajo de los pantalones del niño se veía un aparato para su pierna lisiada.
¿Por qué el niño quería al perro? Porque él sabía cómo se sentía, y sabía que era muy especial.
Jesús sabe cómo te sientes. ¿Estás bajo presión en el trabajo? Jesús sabe cómo te sientes. ¿Tienes más cosas para hacer de lo que humanamente puedes? Lo sabe también. ¿Toma la gente más de ti de lo que puedas dar? Jesús lo entiende. ¿No te escuchan tus hijos? ¿Tus estudiantes no se esfuerzan? Jesús sabe cómo te sientes.
Eres muy valioso para Él. Tan valioso que se hizo hombre como tú para que vinieras a Él.
Cuando luchas, Él escucha. Cuando añoras, Él responde. Cuando dudas, Él escucha. Él ya pasó por todo eso.
Hay alguien que te aprecia por lo que eres, te acepta y te ama incondicionalmente, porque ya ha estado en tu piel... su nombre es Jesucristo.
Porque no tenemos un sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza. Hebreos 4:15.
No hay comentarios:
Publicar un comentario