lunes, 4 de julio de 2016

El privilegio de una relación verdadera

En todas las edades de nuestra vida hay alguien a quien nos gustaría conocer; si le preguntamos a un niño seguramente sería un personaje de las tiras cómicas, si le preguntamos a un joven posiblemente sería un deportista o un artista famoso, si lo hacemos a un adulto podría ser un escritor, un científico, un empresario o cualquier persona que se admire; llegar a cumplir “ese sueño” puede hacer que nos sintamos privilegiados.
Pero para privilegio realmente grande a recibir en la vida sería conocer a Jesús de Nazaret, nuestra vida sería transformada desde ese día.

Conocer a Jesús no es simplemente el hecho de saber por la historia que Él existió, ni tampoco recibir clases en la escuela sobre su vida, ni que nos hubieran hablado de Él en servicios religiosos, no, se trataría de hacerlo mi Señor, mi Salvador, de recibirlo como el regalo de Dios que nos abre la puerta para la vida eterna y nos prepara para vivir acorde con las promesas de Dios. Conocer a personas famosas y a quienes admiremos no podrá darnos el gozo y la paz que anhelamos, y que por más que lo busquemos en los placeres terrenales, o en cualquier otro deseo personal, no es nada comparado con el tesoro de conocer verdaderamente a Dios por medio de la persona de Jesús y con la ayuda del Espíritu Santo.

Creer en Jesús y aceptar la salvación es solo el primer paso, pero hay una gran diferencia entre conocer verdades acerca de Dios y tener una relación personal con Él. Los creyentes debemos estar cada vez más cerca del Señor, aprendiendo acerca de quién es Él y lo que Él considera importante.
Se requiere humildad para conocer realmente al Señor, y está en nuestra actitud y deseo de conocerle cuando Él se revela, es leyendo Su Palabra y congregándose como nos acercaremos a Él. Invítalo para que Él sea el mejor compañero de viaje, y que en todo momento puedas tener la certeza de que esta allí a tu lado, que no te abandona y que desea lo mejor para ti.
¿Tienes un verdadero deseo de conocer a Jesús? Si es así, dile: “Señor, aquí estoy, quiero conocerte, te abro mi corazón y te entrego mi voluntad”. Al pasar tiempo con el Señor descubrirás el privilegio de conocer la verdad que te hará verdaderamente libre.
“Señor, gracias te doy por poderte conocer, gracias por cada revelación, cuidado, favor, misericordia; gracias porque sé que me muestras el camino a seguir, que me llevas por el sendero del bien y que en tu perfecta voluntad quieres lo mejor para mí. Es un privilegio y un honor conocerte, lo declaro en el nombre de Jesús, amén”.
“Así dice el Señor: Que no se gloríe el sabio de su sabiduría, ni el poderoso de su poder, ni el rico de su riqueza. Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe de conocerme y de comprender que yo soy el Señor, que actúo en la tierra con amor, con derecho y justicia, pues es lo que a mí me agrada -afirma el Señor”. Jeremías 9:23-24 (NVI)

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