Las dos naturalezas de Jesús, la humana y la divina, son inseparables. Jesús será para siempre el Dios-hombre totalmente Dios y totalmente humano, dos naturalezas distintas en una Persona. La humanidad y la divinidad de Jesús no están mezcladas sino unidas, sin la pérdida de ninguna de las dos. A veces Jesús estaba bajo las limitaciones de la humanidad (Juan 4:6; 19:28), y otras veces con el poder de Su deidad (Juan 11:43; Mateo 14:18-21). En ambos casos, las acciones de Jesús procedían de Su Persona. Jesús tuvo dos naturalezas, pero solo una persona o personalidad.
La norma de la unión hipostática es un intento por explicar cómo Jesús pudo ser Dios y hombre al mismo tiempo. Es, en última instancia, una doctrina que somos incapaces de entender plenamente. Es imposible para nosotros comprender totalmente cómo trabaja Dios. Nosotros, como seres humanos finitos, no podemos esperar estar capacitados para comprender a un Dios infinito. Jesús es el Hijo de Dios porque fue concebido por el Espíritu Santo (Lucas 1:35), pero eso no significa que Jesús no existiera antes que Él fuera concebido. Jesús siempre ha existido (Juan 8:58; 10:30). Cuando Jesús fue concebido, Él se convirtió en un ser humano, además de ser Dios (Juan 1:1, 14).
Jesús es ambos, Dios y hombre. Jesús siempre ha sido Dios, pero Él no fue un ser humano hasta que fue concebido en María. Jesús tomó la forma de un ser humano para identificarse con nosotros en nuestras luchas (Hebreos 2:17), y lo más importante, para que Él muriera en la cruz, pagando así el castigo por nuestros pecados (Filipenses 2:5-11). En resumen, la unión hipostática enseña que Jesús es totalmente humano y totalmente divino, que no hay mezcla o dilución de ninguna de las dos naturalezas, y que Él es una unidad en Persona, para siempre.
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