domingo, 15 de mayo de 2016

¿Volviste a fallarle a Dios?

Crees que eres un caso perdido pues lo volviste a hacer, sí, aquello que dijiste que no volverías a hacer, aquello que creíste que lo tenias controlado, pero te diste cuenta que no.
Te sientes mal, muy mal, hay un sentimiento de culpabilidad en tu vida, y quisieras volver al tiempo pasado para no hacerlo, y es que el hecho de haberlo hecho te ha entristecido.
No tienes ni valor para levantar tu rostro al cielo, y si pudieras esconderte de Dios lo harías, pero sabes que no lo puedes hacer, y que Él fue el primero en enterarse de tu fallo.
MARIPOSAS
¡Vaya!, cómo duele fallar, ¿no? De haber sabido el dolor que esto te iba a causar o la frustración que ahora te gobierna, seguramente no lo hubieras hecho, sin embargo lo hiciste.
En momentos como esos no hay palabras para tratar de defender lo indefendible, nadie te obligó, simplemente lo hiciste dejado llevar por una emoción del momento o una decisión impulsada por sentimientos y no por la razón.
Cuando esto pasa, te sientes muy mal contigo mismo y sientes que defraudaste a Dios, y en casos extremos decides que es mejor alejarte de Él en lugar de seguirle fallando.
Pero, ¿qué piensa Dios de todo esto? ¿Dios tiene los mismos conceptos de ti que los que tú te asignas?
Bueno, menos mal que Dios no piensa como nosotros, y que no maneja los mismos conceptos que nosotros. Yo me imagino a Dios viéndonos cuando fallamos, observando lo tristes que nos ponemos, lo duros que a veces somos con nosotros mismos, mirando cómo se nos cae la cara de vergüenza, cómo preferimos alejarnos de Él en lugar de ir nuevamente a pedirle perdón.
Porque lo que hiciste estuvo mal, sin embargo Dios quiere restaurar tu vida, Dios no te va a desechar como una toalla desechable, tú no eres un objeto para desechar, tú eres su hijo, su hija, y eso no cambiará. Por esa razón, como cual Padre amoroso, te buscará, y si estás en el suelo te levantará, te sacudirá el polvo y te regalará un abrazo y una sonrisa que te transmitirá todo el ánimo que necesitas para no darte por vencido.
La Biblia dice: “Yo los quiero a ustedes como a hijos. Por eso les escribo esta carta, para que no pequen. Pero si alguno peca, Jesucristo es justo y nos defiende ante Dios el Padre.” 1 Juan 2:1 (TLA).

Si tú eres padre de familia, sabes lo que un hijo significa, sabes que cuando está comenzando a caminar o aunque lleve algunos años haciéndolo, tropezará, se caerá, quizá se hiera, pero cada vez que cae en tu presencia, vas rápidamente a donde él, lo ayudas a levantarse, lo sacudes, lo abrazas, le dices que no se preocupe, que siga caminando, que lo siga intentando, y tu hijo va y camina y aprende a hacerlo tan bien que los tropiezos disminuirán.
Pues bien, tu Padre es Dios, y tú eres su hijo/a. Él estará presente en cada momento de tu vida, y seguramente tropezarás muchas veces, seguramente las caídas te dolerán y muchas serán consecuencia de tus descuidos o malas decisiones. Sin embargo, Dios no está allí para echarte en cara tus errores, ese no es su trabajo. Él está allí para ir detrás de ti a levantarte rápidamente, a sacudirte el polvo que tus vestiduras tienen a consecuencia de la caída, y después de sacudirte te mira a los ojos, y aunque estés avergonzado de haber tropezado y no quieras levantar tu rostro, Él levantará tu barbilla y te dirá: “Tú eres mío, ¿de qué te avergüenzas?”Luego te abrazará y te transmitirá tanta seguridad que tus ojos se inundaran de lagrimas, lágrimas que solo reflejan lo sorprendido que estas de que lejos de juzgarte, simplemente te da su amor y te anima para que sigas caminando.
Debes saber que Dios no te juzga, que Él no está defraudado por ti. Tú eres su hija/hijo, y Él te ama mejor de lo que un padre humano puede llegar a amar a su hijo; lo único que Él puede transmitirte es amor, es comprensión y aunque muchas veces crees que no eres digno de ser su hijo o hija, no significa que no lo seas. Él no piensa lo mismo que tu, y si Él un día te buscó, te llamó, te perdonó y te está transformando, no fue para luego desecharte, ¡no! Su voluntad es terminar la obra que comenzó en tu vida, por eso no te alejes de Él, no te creas inmerecedor de su amor, ninguno merecemos nada de Él y Él no nos ama por méritos que hayamos hecho, sino porque su GRACIA y MISERICORDIA es así de pura y maravillosa.
¡Vamos! Ríndete hoy delante de Dios, reconoce tu error, y si quieres llorar en su presencia, ¡hazlo! Seguro que Él te abrazará y te hará sentir todo el amor tan inmenso y precioso que tiene para ti. Simplemente permite que te ayude a levantarte, deja que te tome de la mano y sea quien te guíe en la vida.
Puede ser que falles nuevamente, pero ¿sabes?, Dios te ama tanto que no se ha olvidado de ti y simplemente quiere que sepas que Él no ha terminado contigo, por eso: ¡Levántate y camina! Porque Él sabe que la próxima vez serás mas fuerte al haber experimentado de su perdón y su amor.
¡Recibe hoy su perdón y su amor incomparable!
“Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos”. Oseas 14:4 (RV60)

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