Se cuenta el relato de que en medio de un viaje en avión, una voz interrumpió el servicio a bordo, pidiendo a los pasajeros que se colocaran los cinturones de seguridad y regresaran a sus puestos; añade el relato que a los pocos minutos el avión comenzó a moverse fuertemente causando la angustia en los pasajeros.
Mientras esta situación estaba ocurriendo, un niña muy tranquila estaba leyendo una revista. Cuando finalmente pasó la turbulencia, y al aterrizar le preguntaron cómo había estado tan tranquila durante esa fuerte turbulencia, ella contestó: “Lo que pasa es que mi papá era el piloto, y él me estaba llevando de regreso a casa”. Esta es la confianza que solo un hijo conocedor de quién es su padre puede tener.
Conocer realmente a Dios traerá tranquilidad a los corazones abatidos, dará fortaleza en medio de las “tormentas” y le permitirá a sus hijos que lleguen al destino confiadamente.
A veces las situaciones duras y difíciles nos sirven para entender que las tormentas no son impedimentos para llegar al destino determinado por Dios.
Nadie se muere ni antes ni después del designio divino, tan cierto como que el Señor no nos permite pasar por pruebas que no podamos soportar (1 Corintios 10:13).
Por lo tanto, sin tener en cuenta la manera en que ocurran las cosas, o la clase de “tormenta” que estés pasando, puedes tener la certeza de que no todo está perdido. Tenemos al piloto de pilotos, nuestro Dios, quien puede hacernos vencedores en medio de la tormenta, y así tendremos un viaje seguro de regreso a casa.
A veces las situaciones duras y difíciles nos sirven para entender que las tormentas no son impedimentos para llegar al destino determinado por Dios.
Nadie se muere ni antes ni después del designio divino, tan cierto como que el Señor no nos permite pasar por pruebas que no podamos soportar (1 Corintios 10:13).
Por lo tanto, sin tener en cuenta la manera en que ocurran las cosas, o la clase de “tormenta” que estés pasando, puedes tener la certeza de que no todo está perdido. Tenemos al piloto de pilotos, nuestro Dios, quien puede hacernos vencedores en medio de la tormenta, y así tendremos un viaje seguro de regreso a casa.
“Señor, rindo mi vida, mi situación, mi mente y mi corazón ante ti. Sé que no te he permitido hasta ahora que seas mi guía y protección, por eso hoy declaro que Tú eres el piloto de mi vida y que me llevarás por el camino de la bendición, lo creo y declaro en el nombre de Jesús, amén”.
“El Señor dice: Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti”. Salmos 32:8 (NVI)
“El Señor dice: Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti”. Salmos 32:8 (NVI)
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