La mujer se rió cuando me contó que despertó a su esposo para decirle que estaba de parto y que tenía que ir al hospital.
Él saltó de la cama, cayó de rodillas, y dijo: cariño, vamos a orar.
Ella le dijo que no era el momento de arrodillarse a orar. Era el momento de vestirse y salir para el hospital. ¡Era tiempo de actuar!
¿Por qué clamas a mí? (Éxodo 14:15).
Poco antes, Faraón había permitido a los israelitas salir de Egipto, pero entonces cambió de parecer (versos 5-6). Queriendo traerlos de vuelta, él y su ejército los persiguieron (versos 7-9). Los israelitas se aterrorizaron cuando vieron que los egipcios se acercaban. Estaban atrapados en la costa del mar Rojo sin poder ir a ninguna parte. Pero Moisés aseguró a Israel que Dios los libraría. Era el momento de actuar, no de clamar a Él. Era hora de pasar por en medio del mar, sobre tierra seca (verso 16).
Hay un tiempo adecuado para todo (Eclesiastés 3:1), incluyendo un tiempo de orar y un tiempo de actuar.
Cuando vemos a alguien a quien le falta comida y ropa, es correcto y de obligado cumplimiento, suministrar lo que necesitan (Santiago 2:15-16).
A veces necesitamos confiar en Dios, e inmediatamente tomar medidas. –Herb Vander Lugt
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