martes, 31 de mayo de 2016

Dardos de fuego

Hace unos días estaba viendo un programa de concursos en el que los participantes exponen sus conocimientos y compiten unos contra otros. Al terminar el juego llamó mucho mi atención que la ganadora dijo a sus oponentes “gané porque ustedes me ayudaron”. Fue lo que dijeron durante todo el programa; las palabras de los demás la llevaron a decidir seguir adelante, y no precisamente por darle ánimo, sino porque todos le decían que se retirara, que no tenía el conocimiento necesario, casi que no sabían lo que estaba haciendo ahí. Pero ella, en cambio, fue más inteligente que todos ellos; mientras todos pensaban, cada vez que terminaba la ronda de preguntas, que ella sería la que se iría, seguía adelante sin oprimir el botón para irse. Ella logró transformar las palabras de desánimo en ánimo.
¿Cuántas veces hemos escuchado comentarios o sufrido por actitudes de personas que nos dicen “No puedes”? ¿Cuántas veces hemos olvidado que no son precisamente las personas las que nos las dicen, sino el mismo enemigo quien las usa para desanimarnos y hacernos sentir mal?
Es cierto que las palabras pesan, y que duele recibir desánimo en  vez de ánimo, pero, ¿qué hacemos con esas palabras? ¿Hasta dónde dejamos que nos dañen? Quédate con ellas para transformarlas en bien para ti, porque mucho pueden decir contra ti, pero ¿qué estás haciendo para esquivar esos dardos? ¿Estás dejando que logren su propósito y te lastimen?
Efesios 6:16 dice:
“Sobre todo, tomad el escudo de la fe con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno”.
¿Cómo estas combatiendo esos dardos de fuego que vienen a tu vida diciendo que no puedes, que no sabes, que no eres bueno, que ya no hay nada más que hacer? ¡Activa tu escudo de la fe!; la fe es convicción, si tu fe es lo que crees, ¿en quién o en qué la estás poniendo?
Solo creer firmemente en lo que Dios dice de ti te hará llegar más lejos de lo que los dardos de fuego te dicen. Si tu convicción está en la palabra de Dios, lo que digan los demás no tendrá ningún efecto en tu vida; no dejes que las palabras mal intencionadas te lastimen o te hagan desistir de lo que tanto deseas, porque Dios te ha dado la capacidad de hacer cualquier cosa, te hizo bueno, te hizo ganador.

Yo hoy decido que las palabras que me quieren desanimar solo me darán más motivos para demostrar que puedo hacer cualquier cosa. Porque Dios está conmigo, sé que puedo, sé y soy capaz porque fui hecho a su imagen y semejanza, sé que Dios es mi escudo y mi fe está en Él, por lo tanto los dardos de fuego no pueden hacerme daño. ¿Y tú? ¿Qué vas a hacer al respecto?

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