jueves, 14 de abril de 2016

Un mundo secuestrado

¿Saben ustedes que vivimos en un mundo secuestrado? Sorprende que la gente no se dé cuenta de esto a pesar de que es el secuestro más colosal de todos los tiempos. El gran secuestrador es Satanás y la víctima de este gran secuestro es el planeta Tierra.
Recordemos que Dios puso al ser humano en el hermoso huerto del Edén, y allí en medio, había dos árboles simbólicos con un enorme significado. Adán no tenía vida eterna, pero Dios se la ofreció por medio del árbol de la vida.

El otro árbol era el de la Ciencia del bien y del mal. Dios se encargó de explicar al hombre qué sucedería si comían de ese fruto, pero aquí entró en acción el gran secuestrador. Se acercó a Eva cuando estaba sola y le tentó a comer de aquel fruto prohibido. Eva creyó a Satanás y desechó el criterio de Dios, y luego Adán hizo lo mismo. Desde entonces empezó el secuestro más grande de la historia.
No obstante, a partir de ese momento Dios dispuso que se pagase el precio de rescate para liberar al ser humano. Precisamente, Jesucristo pagó aquel precio con su vida. Ahora tenemos nuevo acceso al árbol de la vida (1 Corintios 15:22).
Aun así, la gente no quiere creer que ha sido engañada, no quiere reconocer que nuestro Padre celestial ya ha pagado el precio para el rescate del cautiverio en el que estábamos. La Biblia menciona que aquel secuestrador será atado por mil años y que luego será echado al lago de fuego y azufre, donde permanecerá para siempre.
Este ser maligno sabe que le queda poco tiempo y ha inyectado males jamás imaginados por el hombre. Por eso dijo Jesús: “Confíen en mí, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).
Si hoy pudiese volver a la vida alguno de los grandes hombres del pasado, quedaría sumamente alarmado al ver tantos males en este mundo: inmoralidad degradante, violencia, sufrimiento, armas nucleares que amenazan con destruir la Tierra, etc.
Por otra parte, el hombre con su inteligencia, ha producido maravillas tecnológicas en este tiempo. Ha sido capaz de enviar astronautas a la luna, y varias naves al espacio cósmico; ha sido capaz de crear ordenadores en miniatura, de enviar satélites a la órbita terrestre; ha sido capaz de vivir ocho minutos sin respiración debajo del agua, etc.
Sin embargo, el hombre puede vivir tan solo un segundo sin esperanza; se muestra impotente en resolver los principales problemas que agobian al ser humano y entonces, pone su esperanza en algo que no es lo correcto.
¿Se ha preguntado usted qué hubiese ocurrido si la primera pareja humana hubiese comido el fruto del árbol de la vida? ¡Cuán diferente sería este mundo!
No tendríamos los problemas actuales, nada de violencia, nada de guerra, un sistema educativo totalmente distinto, una vida comercial muy diferente... Todos aún vivirían y tendrían una salud excelente, no habría enfermos, no existiría la industria del tabaco ni del licor, no se necesitarían médicos, enfermeras, ni hospitales. No habría fuerzas policiales, cárceles ni prisiones. Todos seríamos libres para producir cosas positivas, alimentarnos y vestirnos adecuadamente, sin preocuparnos por lo que vendrá mañana.
Tampoco habría las armas nucleares que hoy tenemos, no habría miseria, descontento, vidas frustradas. Solo reinaría la paz, la abundancia, la vida sería feliz, rebosante de interés, y todos estaríamos dispuestos para gozar y disfrutar la eternidad. Pero por desgracia el hombre rechazó a Dios y lo sigue rechazando, no lo quiere escuchar, cree como Adán y Eva, que no dice la verdad.
Consideremos Efesios 2:1-4. Aquí se llama a Satanás el Príncipe de la Potestad del Aire, es decir, él tiene el poder de sobrecargar el aire con sus impulsos malévolos y de esa manera transmitir a los hombres su naturaleza. Es decir, nosotros no escuchamos nada porque él no transmite palabras ni sonidos, él transmite actitudes, como: egoísmo, codicia, ira, celos, envidia, resentimiento, amargura, odio, etc.
En otras palabras, Satanás, como Príncipe de la Potestad del Aire, opera en la gente sin que ésta lo sospeche, sobrecargando el aire con sus impulsos.
Así como un programa de radio puede ser transmitido y sintonizado en varias partes del mundo, así también Satanás envía sus actitudes a todos los hombres para que sintonicen sus ondas. Así estarán obedeciendo lo que él quiere.
1 Pedro 5:8 dice de otra manera: “Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quién devorar”. Santiago 4:7 también nos advierte: “Someteos pues a Dios, resistid al diablo y él huirá de vosotros”. Debemos también obedecer el consejo del apóstol Pablo, en Efesios 6:10-20 y fortalecernos porque si Dios es con nosotros, ¿Quién contra nosotros? 

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