lunes, 11 de abril de 2016

Señor, Enséñame a Orar

“Señor, enséñanos a orar lo mismo que Juan enseñó  a sus discípulos”  Lucas 11:1
En materia de oración, todavía no se orar. Lo sé. Yo no puedo considerarme un experto en la oración ni un profundo intercesor, porque sé que mientras más aprendo en el mundo de la oración, más convencido estoy de que aún necesito ser enseñado. Recuerdo hoy la paráfrasis que San Francisco de Asís hizo del Padre Nuestro, y quiero aprender de ella.
San Francisco oró así: “Padre Nuestro, el más Santo, nuestro Creador y Redentor, Nuestro Salvador y Consolador, que estás en los cielos con todos los ángeles y los santos dándoles a ellos luz y dándote a conocer, ya que Tú eres luz, y declarándoles que los amas. Ya que Tú eres amor:  habitando en ellos y dándoles la plenitud de gozo. Ya que Tú eres el Señor, Supremo, eterno y bueno y todo lo bueno viene de ti.
Santificado sea tu nombre, para que nosotros podamos crecer y conocerte más y más, y así apreciar la extensión de tus favores y la magnitud de tus promesas, la sublimidad de tu majestad, así como la profundidad de tus juicios. Que tu Reino venga para que Tú reines en nosotros por tu gracia y nos atraigas a tu Reino, donde nosotros te veremos claramente, te amemos completamente y estemos felices en tu compañía, y nos gocemos en ti por siempre. 
Que tu voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo y así nosotros podamos amarte con todo nuestro corazón.  Siempre teniendo en ti nuestra mente. Con toda nuestra alma determinando ver tu gloria en todo y con todas nuestras fuerzas, sirviéndote a ti solo.
Que podamos amar a nuestros vecinos como a nosotros mismos y animarles a ellos a amarte a ti. Que podamos compartir con ellos en los gozos y en las tristezas. Danos el pan nuestro de cada día, tu amado hijo, nuestro Señor Jesucristo. Que podamos recordar y apreciar cuánto Él nos amó. Que podamos recordar y apreciar todo lo que Él dijo y cuánto sufrió. 
Perdónanos nuestras ofensas en tu inconmensurable misericordia, por virtud de la pasión de tu hijo. Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, ya que si nosotros no perdonamos perfectamente, tampoco podremos recibir ese perdónSeñor, ayúdanos a olvidar perfectamente lo que nos ha herido, y a perdonar a nuestros enemigos y orar fervientemente por ellos, no retornando mal por mal sino sirviendo a todos. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario