sábado, 30 de abril de 2016

¿Qué pagaré yo al Señor?

¿Qué pagaré al Señor por todos sus beneficios para conmigo? Tomaré la copa de la salvación, e invocaré el nombre del Señor. Salmo 116:12-13
Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás. Salmo 50:15
El autor de este salmo 116 se hallaba en una situación desesperada; estaba pasando por momentos de angustia y dolor. Entonces se volvió a Dios y le dijo: Oh Señor, libra ahora mi alma” (verso 4). En su gracia, Dios intervino y lo libró. Ese creyente entró en un conocimiento más profundo del Señor, y declaró: ¡Clemente, justo y misericordioso es el Señor! “Estaba yo postrado, y me salvó” (versos 5-6).
Ahora sentía paz después de la tristeza, serenidad tras la angustia: Vuelve, oh alma mía, a tu reposo, porque el Señor te ha hecho bien” (verso 7). Entonces percibió hasta dónde podría haber llegado haciendo el mal: Tú has librado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas, y mis pies de resbalar” (verso 8). ¡Qué descanso! Pero, ¿esto es todo? No, él llega a un punto esencial y se pregunta: ¿Qué pagaré al Señor por todos sus beneficios para conmigo?”. (Verso 12)
¿Qué podemos dar al Señor a cambio de su amor? ¿Debemos mostrar celo y consagración? Por supuesto, pero sobre todo debemos expresarle nuestro agradecimiento, alabarle, proclamar la grandeza y el amor del Señor, quien es la solución a todos nuestros problemas. La expresión: Tomaré la copa de la salvación, e invocaré el nombre del Señor” (verso 13) significa adorarlo, reconocer que él es Dios y, sobre todo, que salva y libera.
El Señor desea producir esta adoración en el secreto de nuestro corazón, por supuesto, ¡pero también de forma colectiva junto a otros creyentes!

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