Hace muchísimos años, durante una visita a su padre, un joven recién casado estaba sentado en un sofá en un día caluroso y húmedo, bebiendo un zumo helado.
Mientras conversaba sobre la vida, el matrimonio, las responsabilidades y las obligaciones de las personas adultas, el padre revolvía, pensativo, los cubos de hielo de su vaso y lanzó una mirada clara y sobria hacia su hijo.
“Nunca olvides a tus amigos”, le aconsejó, “serán cada vez más importantes a medida que vayas envejeciendo”.
“Independientemente de cuánto ames a tu familia y los hijos que por ventura vayas a tener, siempre necesitarás de tus amigos. Recuerda ocasionalmente salir con ellos, realiza actividades con ellos, telefonéales”.
“¡Qué extraño consejo!”, pensó el joven. “Acabo de entrar en el mundo de los casados, soy adulto y con seguridad, mi esposa y la familia que iniciaremos serán todo lo que necesito para dar sentido a mi vida”.
Con todo, él obedeció a su papá; mantuvo contacto con sus amigos y anualmente aumentaba el número de ellos.
Con el pasar de los años, fue comprendiendo que su padre sabía de lo que hablaba.
A medida que el tiempo y la naturaleza realizaron sus designios y misterios en el hombre, los amigos resultaron baluartes de su vida.
Pasados los 50 años de vida, he aquí lo que aprendió: (1) El tiempo pasa. (2) La vida continúa. (3) La distancia separa. (4) Los niños crecen. (5) Los hijos dejan de ser niños y se independizan, y a los padres se les parte el corazón, pero los hijos se van separando de los padres. (6) Los empleos van y vienen. (7) Las ilusiones, los deseos, la atracción, el sexo… se debilitan. (8) Las personas no hacen lo que deberían hacer. (9) El corazón se rompe. (10) Los abuelos y padres mueren. (11) Los colegas olvidan los favores. (12) Las carreras terminan.
Pasados los 50 años de vida, he aquí lo que aprendió: (1) El tiempo pasa. (2) La vida continúa. (3) La distancia separa. (4) Los niños crecen. (5) Los hijos dejan de ser niños y se independizan, y a los padres se les parte el corazón, pero los hijos se van separando de los padres. (6) Los empleos van y vienen. (7) Las ilusiones, los deseos, la atracción, el sexo… se debilitan. (8) Las personas no hacen lo que deberían hacer. (9) El corazón se rompe. (10) Los abuelos y padres mueren. (11) Los colegas olvidan los favores. (12) Las carreras terminan.
Pero los verdaderos amigos siempre están ahí, no importa a cuánto tiempo o kilómetros se encuentren. Un amigo nunca está más distante que el alcance de una necesidad, siendo ayuda para ti, interviniendo a tu favor, esperándote con los brazos abiertos o bendiciendo tu vida.
Al iniciar esta aventura llamada vida, no sabíamos de las increíbles alegrías o tristezas que estaban delante. No sabíamos cuánto necesitaríamos unos de otros. Ama a tu familia, a tus padres, cuida a tus hijos, a tus nietos, pero mantén un grupo de buenos amigos. Dialoga con ellos, discute y polemiza, pero no impongas tus criterios, aprende a aceptar otras opiniones.
Al iniciar esta aventura llamada vida, no sabíamos de las increíbles alegrías o tristezas que estaban delante. No sabíamos cuánto necesitaríamos unos de otros. Ama a tu familia, a tus padres, cuida a tus hijos, a tus nietos, pero mantén un grupo de buenos amigos. Dialoga con ellos, discute y polemiza, pero no impongas tus criterios, aprende a aceptar otras opiniones.
Este pensamiento debiera animarnos a considerar la manera y el esfuerzo que invertimos en cultivar nuestras amistades. Muchos las descuidan pensando que son más una distracción que una bendición, especialmente cuando el cultivo de las mismas interfiere con nuestra agenda, orientada hacia la producción y los logros personales y profesionales. El problema es que al final de nuestras vidas, quien no cultive amigos habrá de quedarse solo y será muy tarde para enmendar nuestro camino. ¿Por qué no considerar hacer los ajustes hoy que tenemos la oportunidad de impactar no solo nuestro futuro, sino el de muchos otros a nuestro alrededor?
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