Si desea un método probado y comprobado para reducir el estrés en su vida… mire a su alrededor y encuentre a alguien a quien bendecir.
El amor siempre requiere acción. No es solo algo que tratamos de obtener para nosotros, sino una acción que expresamos a los demás cuando hacemos algo como compartir y servir. El amor es mucho más que una palabra o una teoría: es una acción. Dios nos da tres instrucciones muy importantes sobre a quién mostrarle amor.
El amor siempre requiere acción. No es solo algo que tratamos de obtener para nosotros, sino una acción que expresamos a los demás cuando hacemos algo como compartir y servir. El amor es mucho más que una palabra o una teoría: es una acción. Dios nos da tres instrucciones muy importantes sobre a quién mostrarle amor.
1: Amar a Dios
Deuteronomio 6:5 dice: “Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas”. En el Nuevo Testamento Jesús repite este mandamiento, incluso lo señala como el mandamiento más importante de todos (al igual que amar a su prójimo como a usted mismo).
Mucha gente se pregunta: ¿cómo le expreso mi amor a Dios? Diciéndole ¿‘te amo, Dios’? ¿Cantándole canciones de alabanza? ¿Asistiendo a la iglesia?” Todas estas son buenas acciones y, cuando provienen de un corazón sincero, verdaderamente demuestran amor a Dios. Le demostramos a Dios que lo amamos teniendo una relación con Él. Queremos compartir con aquellos que amamos, así que es razonable que le demostremos nuestro amor a Dios queriendo compartir con Él. Es buena la idea de “hacer vida con Dios”, incluyéndolo en todo lo que hago y hablando con Él a lo largo del día. Obedecer la voluntad de Dios es una de las mejores formas de demostrarle nuestro amor. Jesús dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). Y nuestro nivel de obediencia crece cuando conocemos y experimentamos su amor, bondad y fidelidad. Nuestro deseo de seguirlo y obedecer sus mandamientos aumenta en la misma medida que aumenta nuestro amor por Él.
2: Amarse a sí mismo
Es interesante hacer notar que cuando Jesús habló del mandamiento más importante de todos citó Deuteronomio 6:5, y dijo que debemos amar a Dios con todo nuestro corazón. Pero mucha gente olvida que Él añadió el segundo mandamiento más importante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31).
Aquí hay algo importante que la gente siempre omite: No podemos dar lo que no tenemos. ¿Cómo podemos amar a alguien, si ni siquiera sabemos cómo amarnos a nosotros mismos? Esta es la razón por la cual Dios quiere que nos aceptemos, que abracemos nuestra personalidad e incluso nuestras imperfecciones, sabiendo que aunque no estamos donde necesitamos estar, estamos avanzando. Jesús murió por nosotros porque tenemos debilidades e imperfecciones, y no debemos rechazarnos por mor de ellas. ¡Dios quiere que nos amemos a nosotros mismos y que disfrutemos como Él nos creó! Con frecuencia esto es difícil de hacer, pero es importante hacerlo. Dios nos amó lo suficiente como para enviar a Jesús a morir por nosotros, y necesitamos recibir su amor, así como tener un amor saludable hacia nosotros mismos. Agradezcamos el hecho de que fuimos formados y diseñados por Dios con un propósito especial y aceptémonos así.
3: Amar a los demás
“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, porque amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano permanece en muerte” (1 Juan 3:14).
Esto es emocionante: Vida; en este versículo, es la vida de Dios o la vida que Dios desea. ¡Dios nos lo ha prometido! No tenemos que ir por vida como busca la gente que piensa y respira, pero nunca vive la vida como Dios desea. ¡Queremos disfrutar todo lo que Dios tiene para nosotros! Y la mejor manera de hacerlo es sirviendo, ayudando y bendiciendo a otros. Cuando lo hacemos, ¡Dios nos da a cambio vida en abundancia!
Amar a los demás es la única manera de mantener la vida divina fluyendo a través de nosotros. El amor de Dios es un regalo; está en nosotros, pero debemos transmitírselo a los demás a través de nuestras palabras y acciones. Si lo dejamos dormir, se estancará como una piscina sin desagüe. El acto de ayudar a los demás es una de las cosas más estimulantes que he experimentado. Siento una emoción en mi espíritu y en mi alma cuando planeo hacer algo para que otra persona se sienta amada y estimada.
Todos podemos sentir el mismo estímulo solo “amando enérgicamente hacia el exterior”. Es decir, que el amor resuene con fuerza en nuestra vida. Debemos practicarlo frecuente y contundentemente. Intente hacerlo todos los días. Quizá piense que no tiene tiempo, pero demostrarle amor a los demás solo lleva unos minutos. Puede ser algo tan sencillo como un cumplido, o una preocupación genuina por aquellos que sufren.
Si se dedica a amar a Dios, amarse a sí mismo y amar a los demás, tendrá una gran cantidad de bendiciones en su vida. Recuerde: Dios es amor. Él nos ama, y quiere que compartamos ese amor con los demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario