sábado, 2 de abril de 2016

Alumbra

Hace muchos años, un hombre que vivía en una ciudad de Oriente, una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en noches sin luna como aquella. En un determinado momento, se encontró con un amigo. EI amigo lo mira y de pronto lo reconoce. Se da cuenta que es Guno, el ciego del pueblo, y le dice: ¿Que haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano? Si tú no ves…
Entonces, el ciego le responde: -Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí… No solo es importante la luz que me sirve a mí sino también para que otros puedan servirse de ella.
¿No sabes que alumbrando a otros también me beneficio yo? Así evito que me lastimen otros que no podrían verme en la oscuridad.
Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno mismo y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite.
Aunque alumbrar el camino de los otros no es tarea fácil, pues muchas veces en vez de alumbrar, oscurecemos mucho más el camino a los demás. ¿Cómo? A través del desaliento, la crítica, el egoísmo, el desamor, el odio, el resentimiento…¡Que hermoso sería si todos ilumináramos los caminos de los demás sin fijarnos si lo necesitan o no! Llevar luz y no oscuridad. Si toda la gente encendiera una luz, el mundo entero estaría iluminado y brillaría día a día con mayor intensidad.
Luz, demos luz. Tenemos en Jesús el motor que enciende cualquier lámpara, la energía que permite iluminar en vez de oscurecer, y está en nosotros saber usarla. Está en nosotros ser luz y no permitir que los demás vivan en tinieblas.
Lucas 8:16
Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz.
Juan 1:5
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Juan 8:12
Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.



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