viernes, 4 de marzo de 2016

Uno cada vez

Un amigo nuestro fue a caminar al amanecer a la playa.
Después de poco tiempo caminando, vio a un hombre a lo lejos que se agachaba, recogía algo de la arena y luego lo tiraba al agua.
Una y otra vez continuaba recogiendo algo y tirándolo al mar.
Cuando nuestro amigo se acercó, se dio cuenta que el hombre estaba recogiendo estrellas de mar que la marea había dejado en la playa, y una a una, las tiraba de nuevo al agua.
Nuestro amigo, un poco perplejo, se acercó al hombre y le dijo: “Buenos días amigo … ¿Qué estás haciendo?
“Estoy tirando las estrellas de mar de vuelta al océano, pues la marea está baja y las olas dejaron las estrellas de mar en la playa. Si no las tiro de vuelta al mar van a morir por falta de oxígeno.”
“Entiendo” respondió nuestro amigo, “pero seguro que hay miles de estrellas de mar en esta playa. No vas a poder devolverlas todas, son demasiadas. Además, probablemente esto está ocurriendo en centenares de playas a lo largo de la costa.”
“¿Crees que tu esfuerzo valdrá la pena?, pues no veo que haya mucha diferencia.”
El hombre sonrió, recogió otra estrella de mar y lanzándola al agua, respondió: “¡Pero para ésta, Dios sí hizo una DIFERENCIA!”
Por lo que hemos leído sabemos que suelen ser los gobiernos, los ejércitos, las guerras, las grandes potencias e imperios los que cambian la historia y la faz de la tierra.  Por eso a veces nos desanimamos y pensamos: Bueno… ¿y yo quién soy?, ¿qué puedo hacer?, si realmente, ¡todo parece imposible de cambiar!
Y parece no haber nada que una persona sola pudiera hacer para mejorar las cosas. Entonces, ¿para qué intentarlo? ¿Qué se gana haciendo algo? Nos sentimos tentados a rendirnos y dejar que el mundo se vaya al infierno, cosa que al parecer merece.
¿Crees que no podemos hacer un mundo mejor? ¿Es demasiado tarde, demasiado malo, demasiado grande, o demasiado difícil?
Es tentador el querer echar la responsabilidad a los expertos o a aquellos en posiciones de autoridad, y dejar de hacer nuestra parte.
Tal vez nos parezca complicado o difícil de lograr, pero eso no es excusa para no esforzarnos individualmente, y dar lo mejor de nosotros mismos para ayudar a otros.
Tal como el hombre en la playa, da una mano hoy… ¡y marca la diferencia!

No hay comentarios:

Publicar un comentario