domingo, 27 de marzo de 2016

Salmo 125

Los que confían en Jehová son como el monte 
Sión,
que no se mueve, sino que permanece 
para siempre.
Como Jerusalén tiene montes alrededor de ella,

así Jehová está alrededor de su pueblo
desde ahora y para siempre. 
No reposará la vara de la impiedad
sobre la heredad de los justos;
no sea que extiendan los justos
sus manos a la maldad. 

Haz bien, Jehová, a los buenos

y a los que son rectos en su corazón.

Mas a los que se apartan tras sus perversidades,

Jehová los llevará con los que hacen maldad.

¡La paz sea sobre Israel!

Cuando el señor nos hizo comprender el verdadero sentido de la historia, nos parecía que estábamos soñando.
Sin proponérnoslo, nos poníamos a cantar y como locos, hablábamos de su sabiduría desconcertante.
Los que antes nos habían rechazado por llevar tu señal en nuestra frente, enmudecían al reconocer, llenos de estupor, que tu amor era verdaderamente el gobierno del mundo; y que Tú reservas a cada uno, sin pérdida posible, el fruto de sus trabajos de amor.
¡Por eso estamos alegres!

Señor, haz que nunca perdamos de vista que Tú puedes cambiar el desierto en vergel; y que las lágrimas de los que con perseverancia intentaron caminos de abrazo entre los seres humanos, regaron la cosecha universal de la alegría.
Por eso, los que se entregan a construir un presente de fraternidad, verán que su sacrificio es el menos estéril de todos los sacrificios.
Este es el verdadero sentido de la historia: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se pierde para sí mismo y para los demás.

Solo tiene futuro el presente que se sacrifica en el amor.
¡Por eso estamos alegres!


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