Odia vivir debiendo y quizá se pregunta si Dios le está castigando. ¿Por qué no mejoran las cosas?
El mundo en el que vivimos está enfermo, marcado por el pecado, y por eso la vida no siempre es como desearíamos que fuera. Mas al mismo tiempo, Dios siempre tiene algo que enseñarnos cuando enfrentamos problemas y adversidad. Él puede usar la dureza de las experiencias de la vida para moldear las nuestras y transformarnos en lo que Él quiere que seamos. ¿Le ha preguntado a Dios qué es lo quiere hacer en su vida a través de esa experiencia? La Biblia dice, “Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas” (Salmos 25:4).
Todo lo que tenemos, incluso el dinero, viene de Dios. El dinero no es algo malo, pero puede serlo si se le da un mal uso. A veces lleva a la avaricia, al orgullo, al materialismo y es fácil ponerlo en primer lugar en nuestras vidas. Algunas veces las pérdidas inesperadas o los gastos no planeados pueden derivar en problemas monetarios, tentándonos a la preocupación. Pero debemos recordar mantener a Dios como el primero en nuestros corazones y en nuestras vidas.
Si está luchando con la deuda, he aquí algunos consejos útiles:
Si está luchando con la deuda, he aquí algunos consejos útiles:
- Busque la voluntad de Dios para su vida con un corazón humilde y una mente abierta. La Biblia dice: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5). No importa cómo se produjo la deuda; Él tal vez quiera cambiar su actitud, o darle nuevas prioridades o metas en la vida. Sea lo que fuere, empiece con un renovado enfoque su relación con Cristo y préstele especial atención a lo que el Espíritu Santo habla a través de las Escrituras.
- Pídale a Dios que le ayude a confiar en Él, y no permita que la deuda domine su espíritu o su pensamiento. El apóstol Pablo, quien fue aislado, encarcelado y que perdió todas sus posesiones, dijo: “he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación” (Filipenses 4:11). Fundamente su esperanza en la Palabra de Dios. La Biblia dice “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. (Jeremías 29:11). Afirme su corazón en el inagotable poder de Dios, y su bondad y amor harán la diferencia.
- Consulte a un empresario, sabio, a una persona de confianza (tal vez en su iglesia, si asiste a una), a alguien capacitado en planificación financiera o recurra a una asociación local, sin fines de lucro, en donde le puedan proveer asesoría financiera; después ponga en práctica los consejos que le den. Seguramente incluirán el hacer un presupuesto realista, haga uno y ajústese a él. Dios generalmente responde a nuestras oraciones, trayendo gente a nuestras vidas que puedan ayudarnos.
- Encuentre la manera de erradicar cualquier gasto innecesario, como dinero empleado en entretenimiento o en objetos de lujo. Puede no ser divertido, pero le ayudará a ahorrar dinero y a encaminarse hacia la tranquilidad financiera.
Hebreos 13: 5 dice, “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora”. Todo lo que tenemos viene de Dios y Él siempre proveerá. Debemos ser buenos administradores de todo lo que Él nos ha dado, siendo responsables del dinero y de las posesiones que llegan a nuestro camino, y siendo cuidadosos para no gastar de más o de caer en la avaricia. Como Jesús advirtió: “No podéis servir a Dios y a las riquezas. (Lucas 16;13). Haz de Él hoy la máxima prioridad en su vida y pídele orientación respecto a tus finanzas.
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