MATEO 5:13-16 LA SAL DE LA TIERRA. Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.
LA LUZ DEL MUNDO. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (Reina-Valera 1995)
LA LUZ DEL MUNDO. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (Reina-Valera 1995)
Para vivir de una manera que glorifique al Señor, debemos comenzar por la lectura y el estudio de las Sagradas Escrituras. Al meditar en su Palabra, DIOS nos habla, y nosotros asimilamos gradualmente sus principios. Esto nos permite influir positivamente al mundo.
Una buena manera de aprender las lecciones de la Biblia, es mediante el estudio de la vida de grandes siervos de Dios, como Abraham, Moisés, Daniel, David, Ester, María y Pablo. Sus historias tienen mucho que enseñarnos en cuanto a la manera de enfrentar las situaciones, lo que descubrieron mediante sus errores y cómo se relacionaban con Dios.
Por estos relatos bíblicos, y también por otros pasajes, aprendemos que nuestro Padre Celestial tiene un propósito para nosotros. ÉL desea conformarnos a la imagen de su Hijo Jesucristo. Reconociendo esto, podemos establecer un ejemplo que los demás imitarán. Como dijo Pablo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” 1 Corintios 11:1.
Padre Celestial, gracias por este nuevo día de vida que me das. Gracias por las bendiciones recibidas permanentemente. Gracias, porque a través de la lectura de tu Palabra (La Biblia) podemos conocerte, entender y comprender lo que Tú quieres enseñarnos. Que el Espíritu Santo me ayude en el estudio y la meditación. Que lo aprendido pueda ponerlo en práctica y compartirlo. En el nombre de Cristo, amén.
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