Lujuria es desear o ansiar algo con intensidad, especialmente en el sentido sexual. La lujuria apela a nuestro egocentrismo y trata a los demás como objetos en lugar de como personas. El amor, por otro lado, es una devoción intencionada hacia otro, sin importar las circunstancias. El amor antepone las necesidades de alguien más a las propias, para asegurar su bienestar.

- Abre tu corazón al amor de Dios e invita a Cristo a tu vida; luego pídele que te ayude a evitar los pensamientos y las acciones lujuriosas. Pídele que te ayude a entender cómo amar a alguien verdaderamente.
- Recuerda que lo que pasa por nuestra mente, eventualmente influye en la manera en la que actuamos. Jesús advirtió: “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:28). Haz de tu meta el mantener una mente y un cuerpo puro.
- Cuando te sientas tentado por la lujuria hacia alguien, recuerda este versículo: “Pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13).
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