Hay cosas que quizá nunca diremos a nadie. No porque sean pecado, sino porque el hacerlo podría causarles daño. Hay personas que por su temperamento, quieren que todo sea perfecto, que nada falle. Pero la realidad es que la vida está llena de cosas imperfectas y gente imperfecta. He aprendido con los años, que es necesario aceptar las faltas de los demás, y tomar la decisión de celebrar las diferencias que tenemos con ellos. Jesús en la cruz, tomó todo lo malo de nosotros y lo llevó allí, sacrificándose, siendo perfecto y sin mancha. Se hizo pecado e imperfecto por amor. No se quejó, no hizo un drama, solo se entregó y cumplió con su misión redentora. Lo hizo por toda la humanidad pecadora e imperfecta.
Hoy necesitamos más personas que aprendan a vivir en este mundo imperfecto, lleno de personas imperfectas, que aprendan a ser como Jesús; que no vivan quejándose por lo que no tienen, o por lo que no consiguen, o por la forma de ser y de actuar de los demás.
Está claro que una de las claves más importantes para la creación de un ambiente sano en la familia, en el trabajo, en la Iglesia, y tener así relaciones duraderas, es la de aceptar las diferencias y los errores de los demás; y hacer la tarea de no dejar que pequeños detalles o situaciones nos amarguen la existencia.
Está claro que una de las claves más importantes para la creación de un ambiente sano en la familia, en el trabajo, en la Iglesia, y tener así relaciones duraderas, es la de aceptar las diferencias y los errores de los demás; y hacer la tarea de no dejar que pequeños detalles o situaciones nos amarguen la existencia.
¿Te atreves a ser más tolerante a partir de hoy?
“… la conducta de ustedes debe ser como una luz que ilumine y muestre cómo se obedece a Dios. Hagan buenas acciones. Así los demás las verán y alabarán a Dios, el Padre de ustedes que está en el cielo”. Mateo 5:16 (TLA)
No hay comentarios:
Publicar un comentario