Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. Juan 15:14-15
El pecado entró en el mundo por la desobediencia de Adán y Eva al único mandamiento que Dios les había dado. En la actualidad, lo que caracteriza a un cristiano es que posee la vida de Cristo. Por lo tanto debería, al igual que Cristo, obedecer a Dios. Pero, ¿por qué a menudo esta obediencia es considerada como una carga? Es cierto que en nuestra mente la obediencia es opuesta a la noción de libertad, la cual hoy en día todos reivindican.
Pero olvidamos que existen varias formas de obedecer:
– Por obligación: en la época de la esclavitud no se le preguntaba a un esclavo si quería obedecer; estaba obligado a hacerlo, por la fuerza si era necesario. Asimismo, la obediencia que los padres piden a un niño para formarlo y protegerlo del peligro es parte de su educación.
– Por necesidad: los que son asalariados tienen que estar atentos a las órdenes de su jefe, si quieren conservar su trabajo.
– Por amor: para obedecer, el creyente aduce un motivo diferente a la obligación o a la necesidad; lo hace por amor a Dios, quien se le reveló como un Padre lleno de ternura; y también por amor a su Salvador, quien dio su vida para librarlo de la perdición eterna. Él dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).
El pecado entró en el mundo por la desobediencia de Adán y Eva al único mandamiento que Dios les había dado. En la actualidad, lo que caracteriza a un cristiano es que posee la vida de Cristo. Por lo tanto debería, al igual que Cristo, obedecer a Dios. Pero, ¿por qué a menudo esta obediencia es considerada como una carga? Es cierto que en nuestra mente la obediencia es opuesta a la noción de libertad, la cual hoy en día todos reivindican.
Pero olvidamos que existen varias formas de obedecer:
– Por obligación: en la época de la esclavitud no se le preguntaba a un esclavo si quería obedecer; estaba obligado a hacerlo, por la fuerza si era necesario. Asimismo, la obediencia que los padres piden a un niño para formarlo y protegerlo del peligro es parte de su educación.
– Por necesidad: los que son asalariados tienen que estar atentos a las órdenes de su jefe, si quieren conservar su trabajo.
– Por amor: para obedecer, el creyente aduce un motivo diferente a la obligación o a la necesidad; lo hace por amor a Dios, quien se le reveló como un Padre lleno de ternura; y también por amor a su Salvador, quien dio su vida para librarlo de la perdición eterna. Él dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).
Consideremos, pues, la obediencia a Dios como asociada a la libertad del amor y no a la esclavitud.
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