jueves, 11 de febrero de 2016

Las promesas y las condiciones de Dios

Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas;
más bien, guarda en tu corazón mis mandamientos. Porque prolongarán tu vida muchos años y te traerán prosperidad.
(Proverbios 3:1-2).
Es importante que sepamos que toda promesa de Dios tiene siempre una condición. Dios nos trae una promesa muy hermosa, bajo una condición que exige de nosotros esfuerzo, dedicación y obediencia.
Dios promete prolongar nuestra vida muchos años. Recordemos que el salmista David, ya habló del número de años promedio contados para el hombre:
Los días de nuestra edad son setenta años;
Y si en los más robustos son ochenta años,
con todo, su fortaleza es molestia y trabajo,
porque pronto pasan, y volamos
(Salmos 90:10)
David nos dice que la vida del hombre, se promedia a los 70 años, y una persona que vive una vida prolongada puede llegar a 80 años.
Para llegar a esta edad con fortaleza y vigor y quizá superar esta media, Dios exige de nosotros dos condiciones fundamentales.
1) No olvidarse de Sus enseñanzas
Las enseñanzas de Dios no se limitan a los Diez Mandamientos que están repartidos en las dos tablas dadas a Moisés, sino que van mucho más allá. La Biblia refleja la personalidad de Dios, lo que le agrada y lo que no, lo que nos conviene y lo que es destructivo para nosotros.
Recordar las enseñanzas implica ponerlas diariamente en práctica, y no apartarlas de nuestro quehacer diario. Esto se resume en el siguiente mandamiento:
Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos(Santiago 1:22)
Dios no busca que seamos perfectos, solo un corazón dispuesto a obedecer Su Palabra, a oírla y ponerla por obra.
2) Guardar en nuestro corazón Sus mandamientos.

El verbo "guardar" significa cuidar con mucha atención algo constantemente. Aquí este verbo que está redactado como un imperativo categórico, nos da una orden, no es una potestad. Es decir, estamos en el deber de guardar con toda nuestras fuerzas, los mandamientos de Dios. Debemos velar para que en nuestra conducta diaria, siempre se estén resguardando los mandamientos del Padre.
¿Cómo guardarías lo más preciado que tuvieras en la vida?
Jesús comparó el reino de los cielos con un tesoro, y nos dijo cómo debíamos guardarlo:
Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo(Mateo 13:44)
El reino de los cielos es una revelación que se muestra en nuestros corazones, y aquí la obra milagrosa de Dios comienza un trabajo que Él mismo perfeccionará.
Nuestro deber es guardar con toda nuestra fuerza La Palabra de Dios, los mandamientos, las normas de conducta, porque todo fue hecho por Jesús y para Jesús; así pues, el amor perfeccionado en nuestro corazón, primero para Dios con todo nuestro ser, y después para con nuestro prójimo, es una forma de guardar Sus enseñanzas para alcanzar así sus promesas para esta vida, así como para la eternidad.

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