jueves, 28 de enero de 2016

Tu amor, tu perdón, mi Salvación

Cuando era niña, una pregunta invadió mi mente durante todo ese tiempo: si Dios creó al hombre y a la mujer y luego ellos le desobedecieron, ¿por qué el Señor no los hizo caer en un sueño profundo del cual no volvieran a despertar? ¿Por qué Dios no volvió a crear al hombre y a la mujer sin que conocieran el pecado? Puede que hoy todo fuera diferente, tal vez no estaríamos aquí.
Repasando el libro de Génesis, encontré que:
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
(Génesis 1:27 RV60)
Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.
(Génesis 2:16-17 RV60)
Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.
(Génesis 3:22-23 RV60)
Nuestro Señor estaba enojado con Adán y Eva, que por haber desobedecido su mandamiento fueron expulsados del Edén, y junto a ellos arrastraron en su caída a toda la Creación. Pero el enojo de nuestro Señor no duró para siempre, pues su amor fue más grande y envió a su único Hijo a morir por nuestros pecados.
Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.
(Isaías 9:6-7 RV60)
Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
(Mateo 1:21 RV60)
En estos versículos está resumida la respuesta. La Biblia fue inspirada por su Autor (II Timoteo 3:16) para que hoy podamos leerla, recibirla, entenderla, y aceptar los mensajes que nos deja y entrega nuestro Padre para afrontar la vida, esta vida. La biblia es la Palabra que el Señor tiene para nosotros; cada hecho, cada historia que hay en ella, son mensajes de amor para nosotros. Jehová Dios, Nuestro Señor, nos creó semejantes a su imagen en cuerpo, alma y espíritu. Enfadado, sí, mas su enojo con nosotros no duró para siempre, pues su amor fue mucho más grande y eterno; tuvo compasión, misericordia de nosotros.
No permitió que Adán y Eva probaran del árbol de la vida, pues viviríamos para siempre en el pecado y eso no es lo que quiere el Señor, por eso los desterró del Edén. Vivimos en un mundo donde el pecado se expande cada vez más de generación en generación. Viviremos una vida aquí en este mundo, pasaremos por el desierto, por pruebas, por tormentas, y el enemigo tratará de confundirnos, de engañarnos, mas la justicia, el amor y la protección de Dios estará con nosotros. No somos merecedores de su misericordia, de su amor; por desobediencia estamos aquí.

¿TÚ, preferiste morir en una cruz por mí? Tú que eres perfecto entre los imperfectos. Tú que eres Santo entre los pecadores, que eres sabio, que eres el príncipe de amor y paz. Tú soportaste burlas, rechazos, engaños, mentiras, dolor. Tú que eres el único hijo de Dios libre de pecado. Aún siendo perfecto, Santo, correcto, aun siendo Dios, preferiste venir aquí a la tierra para vivir con tu espíritu humilde, para transformar, renovar al espíritu quebrantado de cada uno de nosotros. Dejaste mensajes, palabra de vida para ser transformados, para vivir una vida buena y abundante. Para ser mejores hijos, para aprender de tu palabra, de tu amor.
Tú que nos creaste, que pudiste habernos dejado vivir en el pecado decidiste perdonarnos, dejaste que nuestros antepasados Adán y Eva siguieran viviendo.
Hay un estribillo de una hermosa canción que relata el perdón del Señor:
“Tú quebrantado, porque tanto me amas,
precioso tesoro, vertiste por mí.
Tú quebrantado y ofrecido a mis pies,
en dulce abandono, Cristo, tu vida derramaste por mí.”
(Steve Green. Quebrantado y derramado)
Nuestro Señor nos dejó vivir, y estamos en este mundo porque Él quiere que sepamos, que entendamos cuán grande es su amor por nosotros. Saber que podemos ser salvados por Él, heredar una vida eterna junto a Él. Su gran amor, su Gracia nos salvó, todo lo que hizo, hace y hará es por nosotros, es por Amor.



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