miércoles, 27 de enero de 2016

Mi Vida se Acabó

 “El único lugar donde tu sueño se vuelve imposible es en tu pensamiento.”

Hace poco tuve una conversación con alguien que me dijo: “mi vida se acabó, no le encuentro sentido, soy un fracasado en todo, perdí la ilusión…” Cada una de sus palabras estaban marcadas por la frustración, y como esta persona hay muchas que piensan que sus vidas no están yendo a ninguna parte.
Personas que han perdido o están a punto de perder su matrimonio, su familia. Personas que han perdido su trabajo o negocios. Personas que han perdido su ministerio... Para ellos la vida se ha acabado, piensan que no pueden volver a tener una relación, que nadie los va a contratar, que no tendrán oportunidad de servir. Sus pensamientos les hacen volverse más temerosos, desconfiados, pesimistas y deprimidos.
Estas personas que han perdido sus sueños, lo que en realidad han perdido es la falta de propósito. Necesitan descubrir su propósito para no pasar el resto de sus vidas cometiendo errores, sintiéndose con sentimientos de fracaso. Necesitan entender que su propósito debe ser mayor que los desafíos que se les presentan en la vida.
Mi propósito tiene que ver con la misión especifica en mi vida, que exige un cumplimiento por mi parte. Nadie más puede hacerlo. Cada uno de nosotros ha sido creado con un propósito.
“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.” Efesios 2:10 (NVI)
Somos hechura suya, somos poesía, somos un regalo, somos su obra maestra, creados para buenas obras, para grandes cosas, para resultados extraordinarios.
Mi responsabilidad es poder identificar mi propósito, y algunas preguntas son claves para identificarlo:
¿Qué estoy buscando? ¿Qué es lo que me apasiona? ¿Para qué fui creado? ¿Cuáles son esas buenas obras que debo realizar?
Estas son algunas buenas preguntas, no son todas pero pueden ayudarte
 a clarificar tu propósito y te llevarán a disfrutar la vida.
Hace unos meses, una persona ya avanzada de edad, había perdido su trabajo en el cual llevaba mucho tiempo, y pensaba que eso era el fin, que a su edad nadie lo contrataría. Un día, pensando en su familia y en la lección que le estaba enseñando a sus hijos, se encontró que había razones para soñar, para no rendirse en la vida, que lo mejor que podía hacer era hacerse con su propósito y levantarse de donde estaba para vencer cada una de las dificultades. Comprometido en buscar empleo, hizo su curriculum vitae, conversó con empleadores, estableció relaciones y diseñó planes de acción que lo llevaron nuevamente a ser contratado. No fue fácil, le costó aproximadamente tres meses conseguir el empleo. Sus creencias positivas y su fe acompañada de obras, lo llevaron a conseguir ese trabajo donde hoy lo valoran por sus talentos, capacidades y experiencia, y su futuro parece brillante. Eso se logra cuando logras conectarte al propósito.
“Tienes que averiguar a dónde quieres ir. Y luego debes dirigirte hacia allí. Pero, inmediatamente. No puedes darte el lujo de perder ni un minuto.”
Cuando eres abatido por un fracaso en una relación o en un negocio, no pienses que la vida se acaba, porque Dios aún no termina contigo. Dios trabaja cada día en tu vida porque eres la obra de sus manos. Descubre el propósito de Dios para ti, comienza a creer que los mejores días están por venir; no importa las veces que puedas caer, lo importante será las veces que te levantes. Deja de pensar que la vida se acabó para ti y que no hay nada más por vivir. Deja de sentir lástima por ti y comienza a vivir como protagonista. No te enfoques en los problemas, enfócate en el propósito de Dios para tu vida.
Cuando pienses que la vida se te acaba, pregúntate: ¿qué cosas me pueden inspirar para superar mis problemas?
“Tu propósito debe ser mayor que tus problemas”



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