El liderazgo de Moisés ya no era actualidad.
Josué ya había “degustado” las dichas de la Tierra Prometida, pero después tuvo que volver y esperar, porque su misión había sido pospuesta. Ciertas cosas debían acontecer primero:
(1) ¡Moisés tenía que morir!
Él representaba el viejo sistema. Éste era bueno para el pasado, ¡pero no para el presente! Cuando te apegas a lo que fue, en vez de a lo que es, no estás preparado todavía. Aún estás buscando aprobación. Aún hay demasiadas personas a las que necesitas impresionar. Estás tan atado a sistemas y filosofías que cuando Dios te dice que es hora de moverte, tienes que consultar con otra persona. De forma óptima, y con el fin de que llegues a tu destino, Dios te dará nuevas instrucciones, un nuevo entendimiento y un nuevo plan para tu vida. Lo interesante de esto es que los hijos de Israel lloraron la muerte de Moisés (Deuteronomio 34:8), y sin embargo no lo vieron morir. Tuvieron que “considerarlo” muerto antes de poder progresar. ¿Captas la idea?
(2) Todos los que dudaban, debían ser enterrados.
Eran muchos, alrededor de Josué, los que le decían que aquello, lo de introducir a los hijos de Israel en la Tierra Prometida (Deuteronomio 31:23b) no era posible, y él tuvo que esperar hasta que todos esos murieran en el desierto. Así también, toda duda que te está sujetando debe morir y ser enterrada, incluyendo la voz que hace baja tu autoestima, tus miedos de la infancia, y tus ansiedades; sí, ¡también los nombres de los que te critican! Júntalos todos y mételos en una caja, entiérrala, ponte encima de ella y di: “¡Lo que pasó, pasó!”. Únicamente cuando hayas dado estos pasos, estarás preparado para entrar en tu Tierra Prometida. ¡Piénsalo!
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