“Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”
(Juan 8:31-32 NVI)
Caminando sin rumbo fijo, con mis ojos vendados, dominada por la desesperación y la oscuridad, inmersa en un mundo en blanco y negro, frío, sin esperanza, y abrigada por el engaño y la mentira.
Durante toda mi vida tuve contacto con la Biblia, pero sin conocerla. En el Colegio en donde estudié el bachillerato, era un requisito fundamental llevarla para poder participar en la clase de religión. Algunas veces la leíamos, pero nunca intentamos ahondar en los temas que tocábamos. Nuestra intención, para con ella, era solo que fuera un requisito, que por tradición se respetaba pero ignorábamos realmente el porqué.
Constantemente escuchaba que era aburrida y que para leerla, debía seguir un instructivo específico y muy complejo; que al hacerlo, podría volverme loca, y que además, si la mantenía abierta en una mesita de la sala de mi casa en el salmo 91, mi familia estaría protegida de todo mal.
Constantemente escuchaba que era aburrida y que para leerla, debía seguir un instructivo específico y muy complejo; que al hacerlo, podría volverme loca, y que además, si la mantenía abierta en una mesita de la sala de mi casa en el salmo 91, mi familia estaría protegida de todo mal.
Guardo en mi interior el regalo que una amiga me hizo hace 11 años, cuando caminaba por el desierto más largo que he tenido que atravesar. Me regaló una Biblia que aún conservo con mucho cariño, me compartió de Dios a su manera y me encaminó hacia la verdad. Creo que fue a partir de ese momento, cuando vi la Biblia como solución a mis problemas; la abría con la necesidad de encontrar respuesta a mi sufrimiento y de hallar paz.
Esta persona me enseñó que ese Dios ausente esperaba que le entregara mis angustias, y sin medir lo poderosa que la biblia podía llegar a ser, la leía con ansiedad como cuando un niño disfruta de un juguete nuevo.
Iniciaba mi caminar con Cristo, acompañada de aquella Biblia, convencida de que era un arma poderosa, que me haría vencer los gigantes que contra mí se habían levantado, anhelo que se hizo realidad.
Iniciaba mi caminar con Cristo, acompañada de aquella Biblia, convencida de que era un arma poderosa, que me haría vencer los gigantes que contra mí se habían levantado, anhelo que se hizo realidad.
Estudié sobre ella y comprendí que no era un libro como todos los demás. “Biblia” se deriva del termino griego “Biblos”. Está compuesta de 66 libros del antiguo y nuevo testamento. Se constituye en el patrón de conducta para los creyentes. Insondable, misteriosa, poética y de incalculable valor histórico, inspirada por el Espíritu Santo. De una dimensión sobrenatural, transmite a quien la lee la voluntad sagrada de Dios, vigente hasta nuestros días.
Cada día que pasa me apasiona estudiarla más, conocer la verdad de la que Cristo habló hace 2000 años, entender sus palabras, guiar mis pasos por sendas de justicia, no ir por el mundo a ciegas enfrentando el enemigo con las armas equivocadas, sino experimentando la libertad para resistir con integridad y fortaleza cada situación difícil, adquiriendo con cada paso, la sabiduría que solo Dios me puede brindar.
Lo que siento, pienso, hago y digo, lo confronto con el poder de la palabra, mi venda ha sido retirada de los ojos, y puedo ver con claridad mi propósito. Encuentro en ella, plasmados, ejemplos de vida de personas, que como tú y como yo, sufrieron decepciones, tristeza, traiciones, tuvieron miedo, abrigaron duda y confusión en su corazón, y resalto lo que allí dice sobre cómo se armaron de valor, cómo avanzaron hacia la meta que era Cristo y cumplieron su deseo de servir, viendo cumplidos sus sueños de obediencia y gratitud.
Me animo a hacer lo mismo, a enfrentar con gallardía y valor mis pruebas, porque las promesas que allí se encuentran me confirman que al final, cuando entrego a Dios el control de mis circunstancias, recibo poder, autoridad y recompensa en medio de mis dificultades. Me asombra su poder para corregir, edificar, discernir mis pensamientos, disciplinar cuando es necesario, confiar en el amor de Dios aunque esté rodeada de oscuridad o aguas turbulentas.
Te invito a leerla y ponerla en práctica, con la convicción de que la vida que hoy llevas puede ser mejor. Podrás reconocerte como hijo(a) de Dios, sabrás las razones por las cuales Jesús ofreció su vida por nuestra salvación, conocerás a un Dios al que no le importa lo grave que sea tu pecado, un Dios que tiene amor, misericordia y perdón para ti. Te da esperanza, es fuente inagotable de sabiduría, y te revela quien es tu verdadero enemigo, y cómo resistir y salir victorioso ante sus provocaciones.
Hoy te preguntas, ¿qué hay de malo en lo que estás haciendo? ¿Por qué será que Dios no te bendice? ¿Por qué no te están saliendo bien las cosas? ¿Dios te ama? ¿No sabes cómo solucionar la situación que hoy enfrentas?¿Necesitas un consejo en el campo de las finanzas, el amor, el servicio, la familia o el matrimonio?¿Deseas ser verdaderamente rico?, pues entonces acude cada mañana y cada noche a las palabras sabias del Señor en su libro sagrado, y allí encontrarás todas las respuestas…
Si eres esforzado y valiente en apropiarte de la verdad revelada, permitiéndote pensar en positivo, confiar y tener fe, podrás prosperar y tener éxito en todo lo que emprendas.
“Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia; porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus frutos más que el oro fino”
(Proverbios 3:13-14 NVI)
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