Nuestro Señor Jesucristo… se dio a sí mismo por nuestros pecados. Gálatas 1:3-4
La perspectiva del fin del mundo siempre ha sido un tema escalofriante. Por ello, a menudo los cambios de siglo han estado precedidos de un pánico generalizado. Luego, la vida volvía a su curso habitual. Las profecías sobre este tema hacían reír a unos y temblar a otros. Tampoco hoy, las constataciones de algunos científicos sobre el estado del planeta y la posibilidad de que se produzca una catástrofe que podría destruir a toda la humanidad, nos tranquilizan.
La Palabra de Dios nos invita a considerar nuestra vida en la tierra como pasajera, y a preguntarnos sobre su objetivo.
¿Permaneceríamos voluntariamente en la ignorancia absoluta sobre Dios quien, en su amor, nos creó y nos dio a Jesús, su Hijo, para salvarnos? Ahora bien, Dios no deja de atraer los hombres hacia Jesús, el Salvador, para librarlos de ese terrible juicio. Vivimos tiempos críticos y de incertidumbre, pero Dios, quien conoce el futuro y ama a todos los hombres, recuerda mediante su Palabra que hoy es un día de gracia y de salvación. ¿Qué sucederá mañana?
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