miércoles, 22 de julio de 2015

Antes nunca fui feliz


Me sentía desechado y vacío.
No tenía el más mínimo interés de ser aceptado ni amado.
No quería ser parte de algo o alguien,
poco o nada me importaba la amistad de algún amigo.
Yo,… sufría solo, en silencio.
Me consumía mi dolor y allí solo,
regurgitaba mi amargura.
Esta era mi realidad: estaba solo y vacío,
abrumado por grandes penas.
Pero un día escuché un susurro que
llegó desde muy, muy lejos.
Intenté rechazarlo al principio.
Ya antes muchas promesas de labios se habían roto.
No creía en nadie.
Pero tú, fuiste insistente y
cuando más lejos de ti creí estar: ¡resplandeciste!
en medio de todo. Y eso fue simplemente: GLORIOSO.
Llenaste mis días de una luz inagotable.
En tus labios, hallé dulzura… cómo negarme a ellos
si destilan cual néctares de rosas.
Cómo no abrirte mis oídos si recitas mil palabras de armonía.
¡Cuánto las anhelo cada día!
Tú has cambiado el todo de mi vida.
Solo contigo, mi Señor, conocí el verdadero amor.
Contigo entendí esa plenitud de gozo.
Has tocado mi alma, y cambiaste toda confusión.
Me has tomado de la mano, y me diste facultad para soñar.
Sí, antes estaba solo y vacío,
pero ahora en tus manos, mi Señor, soy feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario