Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me pertenece. Y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, partió lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambruna en aquella provincia, y le comenzó la escasez. Fue, y se allegó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Hasta deseó llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambruna en aquella provincia, y le comenzó la escasez. Fue, y se allegó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Hasta deseó llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
Volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Lucas 15:11-19
La palabra de Dios dice que el joven “volviendo en sí”, recapacitó. Pareciera hacer referencia a una persona que se aparta del lugar indicado. Un día, este joven perdió el enfoque y se apartó de la casa de su padre, pero vivir las consecuencias de su mala decisión lo hizo reflexionar.
La palabra de Dios dice que el joven “volviendo en sí”, recapacitó. Pareciera hacer referencia a una persona que se aparta del lugar indicado. Un día, este joven perdió el enfoque y se apartó de la casa de su padre, pero vivir las consecuencias de su mala decisión lo hizo reflexionar.
“Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, ya no soy digno de ser llamado tu hijo.”
Aquel hijo tuvo que tomar una decisión: “volver a su casa”. Sentía vergüenza al regresar por lo que hizo, pero en cualquier momento tendría que hacerlo porque lejos de su padre seguiría así o peor. Entonces decidió regresar y ocupar el lugar de un empleado.
Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.” Lucas 15:22-24
La biblia dice que desde lejos su padre corrió a recibirlo, lo abrazó y lo besó. A pesar de que su hijo le causó un gran dolor al irse, estaba muy feliz porque su hijo perdido había vuelto a casa. ¡No fueron reclamos lo primero que recibió el hijo, fue amor!
“Porque separados de mí nada podéis hacer.” Juan 15:5
Posiblemente, en estos momentos te encuentres lejos de tu padre Dios, lejos de sus brazos, de su amor y protección. Tienes que tomar una decisión: “Vuelve a casa”, porque lejos de Él nada podrás hacer. Puede que estés enfrentando consecuencias por haberte apartado del Señor; sin embargo, es mejor soportarlas de la mano de nuestro Padre que solos.
Deja de huir de su presencia, no pongas más excusas,... porque a Dios no le importa tu pasado ¡Hagas lo que hagas nunca dejarás de ser su hijo! Él está esperando que su hijo perdido vuelva a casa. ¡Ánimo!, ponte de rodillas y pídele perdón.
¡Él te ama con amor eterno!
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