martes, 21 de abril de 2015

A solas con el Señor

En medio de tanto ajetreo diario que tenemos, cuando la agenda parece ser que no da para más, cuando el reloj parece que no tiene sesenta segundos en un minuto sino muchos menos, cuando el trabajo se convierte en una importante parte de nuestra vida, tan importante que parece ser lo prioritario, es cuando más disfrutamos de unos momentos a solas con el Señor.

Cuando la enfermedad llega a nuestra vida, cuando el dolor se hace insoportable, cuando pensamos que no hay derecho que a uno le pasen todas las desgracias, cuando las lágrimas impiden que los ojos puedan ver la belleza del día, es cuando más bendición encontramos a solas con el Señor.

Cuando la alegría del trinar de un pájaro llega a tus oídos, cuando el dulce sonar de las olas escuchas romper contra la costa, cuando hay regocijo en tu corazón porque las cosas van estupendamente, es también cuando más satisfacción encuentras a solas con el Señor.


Cuando escuchas una predicación, cuando entonas un hermoso cántico de gratitud al Creador, cuando disfrutas teniendo unos minutos de oración con el Todopoderoso, es cuando más agradeces poder estar a solas con el Señor.


Cuando miras hacia atrás en el camino de tu vida, y ves tantas montañas escaladas y a tantos valles haber descendido, cuando observas cómo el paso del tiempo fue dejando huellas en tu cuerpo y en tu cara, y desde la experiencia, ves que has ido madurando poco a poco, es cuando agradeces haber estado tantas veces a solas con el Señor.


Y cuando lleguemos a la presencia del Señor, cuando le veamos cara a cara, cuando hayamos dejado atrás tantas tristezas, cuando hayamos sobrevivido a tantos contratiempos, en fin, cuando nos encontremos con quien nos creó y veamos a quien tanto nos amó, cuando el tiempo no exista y todo lo demás sea eterno en su más profunda esencia, entonces sí, entonces nos postraremos por habernos permitido estar a solas... con el Señor.


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