sábado, 26 de diciembre de 2015

Religión o fe en Cristo

¿Quién eres, Señor?… Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Hechos 9:5
Hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley. Gálatas 2:16
Saulo de Tarso vivió en el primer siglo de nuestra era. Este erudito pertenecía a la secta de los fariseos, la más escrupulosa del judaísmo. La fe en Jesucristo se extendía entre los judíos de Jerusalén, pero suscitaba persecuciones. Esta enseñanza dejaba de lado el sistema de la ley de Moisés. Anunciaba una salvación gratuita para todo hombre, judío o no, mediante la fe. Y Saulo, celoso de su religión, era uno de los más ardientes perseguidores de los discípulos de Cristo.
Un día Saulo iba camino a Damasco, con la misión de encarcelar a todos los discípulos que encontrara a su paso, cuando de repente quedó cegado por una luz resplandeciente, y por el poder de Dios cayó a tierra. Entonces comprendió, estupefacto, que al perseguir a los que creían en Jesús, en realidad perseguía al mismo Jesucristo, al Mesías rechazado por su pueblo.
Saulo fue transformado; dejó su religión para seguir a un Salvador vivo, Jesucristo, el Hijo de Dios. Con estas palabras resumió ese episodio: “Fui también asido por Cristo Jesús(Filipenses 3:12).
Desde entonces no se aferró más a la práctica de una religión, sino que sirvió a su Señor costara lo que costara. En vez de pretender ser sin reproche cumpliendo ritos religiosos, se gozaba de la justicia con la que Dios lo había revestido, por la sencilla fe en Cristo, y por la gracia divina. Saulo de Tarso pasó a ser el apóstol Pablo…
Somos salvos por la fe en Cristo y no por obras religiosas. ¡Este hombre es el ejemplo perfecto!

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