Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Mateo 4:1 (Reina-Valera 1960).
¿Por qué fue llevado al desierto? El desierto simboliza dificultad, problemas, escasez, y es en este lugar donde Dios pone a prueba nuestro corazón. En el desierto nos damos cuenta que no tenemos nada, sino que dependemos de un ser superior. En los momentos de debilidad el enemigo quiere robarnos la bendición, pero lo más importante de esto no es que estemos en el desierto, lo que cuenta es que sepamos quiénes somos, lo que significamos para Dios, y para qué vinimos a este mundo.
Una de las primeras cosas con las que Satanás quiso enredar a Jesús, era que le demostrara que él era el hijo de Dios (Mateo 4:3); sabía que Jesús tenía hambre y también sabía el poder que poseía, pero lo quería hacer caer. Pero más que el hambre física, está la necesidad de alimento espiritual, y eso es lo que debemos entender. Aunque tengamos dificultades, necesidades físicas y materiales, ¿de qué vale saciarlas si con ello, nuestra vida espiritual decrece? Está muy claro cuando dice que no solo de pan viviremos sino de su palabra.
Por otra parte, nos dejamos engañar y confundir con malas interpretaciones de la palabra. Satanás la conoce muy bien, y le dijo, después, que si era Hijo de Dios se lanzara al vacío, porque Dios mandaría a sus ángeles a que lo sostuvieran (Mateo 4:6)
Jesús le contestó que no debemos tentar a Dios. Equivocadamente, muchas personas desperdician su vida lanzándose al vacío, emocional, espiritual o físico, creyendo que es la solución y que Dios entenderá su decisión, dejándose llenar la cabeza de mentiras del diablo. Con estas cosas no podemos jugar.
Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos. Mateo 4:8 (Reina-Valera 1960).
Siempre vamos a querer triunfar en la vida; muchos querrán fama, o ser reconocidos por muchas cosas, pero hay que tener en cuenta cómo obtenemos esa fama, riquezas o poder; para qué la queremos si no glorifica a Dios. Si el precio que hay que pagar es adorar a Satanás, entonces es grave la situación, porque aunque no lo digas y hagas directamente, al desobedecer a Dios, no respetar su voluntad o no tener temor de Dios, lo estamos haciendo indirectamente.
En el subtitulo siguiente dice: ¨Jesús comienza su ministerio¨ (Mateo 4:12); es cuando Jesús hace real el servicio a Dios con todas las de la ley. Después de haberse enfrentado a Satanás y pasar por aquel desierto, llego a Él la luz del día, y a pesar de las circunstancias y problemas, nada impidió que el propósito de Jesús se cumpliera en la tierra. Se alimentó Él y los demás, estuvo en varios lugares predicando el evangelio sin que nadie le hiciera daño, obtuvo fama sin quererla, y ahora es Rey de Reyes y Señor de Señores; obtuvo más de lo que Satanás le ofrecía.
Todo esto se resume en que antes de que vengan las bendiciones y la claridad nos ilumine, van a venir pruebas, tempestades, desiertos, cosas que jamás imaginamos que nos iban a suceder. La clave está en permanecer; hasta el mismo Jesús fue tentado, pues igualmente nosotros. Pero al igual que Jesús, somos hijos de Dios y por lo tanto, también somos valientes y esforzados, nuestra sangre es del Reino, no somos cualquier cosa.
Puede que hayas estado frente a la puerta esperando abrirla para obtener tus bendiciones, pero no encuentras la llave, y en vez de buscarla te distraes en otras cosas; es cuando el enemigo más te ataca, más te cuesta orar, ayunar, ir a la iglesia, servirle a Dios.
Mantengámonos firmes, porque al pasar la tormenta vendrá un nuevo día, y estarás preparado para que Dios te use en el ministerio, para fortalecer la iglesia, servir y luchar por las demás almas. Ser un valiente trae consigo muchos privilegios.
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