Escribir y enviar tarjetas de Navidad es una de nuestras primeras tareas de la temporada invernal.
La costumbre comenzó en Inglaterra alrededor de 1840 con el inicio del “Penny Post”, el primer sistema de servicio postal. Según la leyenda, el británico Henry Cole, quien acostumbraba dejarlo todo para mañana, dio comienzo a la tradición.
En 1843, cuando se encontró atrasado en su correspondencia con sus amistades, decidió corregir la situación enviando saludos navideños a fin de año. Su brillante idea dio origen a la comercialización en masa de tarjetas de Navidad, especialmente después de 1860, cuando se desarrollaron mejores métodos de impresión.
En Inglaterra la popularidad de enviar saludos navideños creció, cuando se hizo posible enviar tarjetas sin usar sobres sellados, por la mitad del coste de enviar una carta. Louis Prang, un residente en Boston, imprimió y vendió la primera tarjeta de Navidad en Estados Unidos en 1865.
Las imágenes y mensajes contenidos en ellas, se han mantenido relativamente constantes a través de los años; imágenes mostrando escenas de la temporada e historias de Navidad, acompañadas de los mejores deseos de una feliz Navidad y un próspero año nuevo.
Más allá de la costumbre de enviar tarjetas a familiares y amigos, es necesario que durante el resto del año, nunca olvidemos a los seres queridos y podamos hacerles brillar sus ojos de alegría, sorprendiéndolos en el momento menos esperado, para decirles, “Gracias, por lo que has hecho en mi vida. Una pequeña nota en cualquier época del año, podría obrar un milagro en un corazón deprimido y en una mente desgastada.Las imágenes y mensajes contenidos en ellas, se han mantenido relativamente constantes a través de los años; imágenes mostrando escenas de la temporada e historias de Navidad, acompañadas de los mejores deseos de una feliz Navidad y un próspero año nuevo.
Más allá de de Diciembre, decide sorprender a alguien en Enero, Febrero o Abril. No te imaginas cómo Dios puede usar ese gesto para llevar esperanza a quien casi la pierde.
Porque confortaron mi espíritu y el vuestro; reconoced, pues, a tales personas. 1 Corintios 16:18
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