Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Hechos 2:1
Cuando pienso en el Espíritu Santo, pienso en la tercera persona de la Trinidad, quien en el pasado se derramó abundantemente en la iglesia primitiva. Hoy, cuando estamos en los eventos finales de la historia de este mundo, el Señor ha prometido que habrá un derramamiento de su Espíritu mucho más abundante que en el pasado.
Dios le dio a Adán toda potestad sobre el planeta Tierra, y le hizo enseñorear sobre todas las cosas creadas, pero cuando desobedeció a Dios, Adán entregó su dominio al enemigo. En consecuencia, Dios el Padre mandó a su Hijo, quien nos redimió y nos compró con su sangre. Jesús pagó el precio más alto por ti y por mí, y recuperó los derechos del planeta Tierra; le pertenecemos a Jesús por creación... y por redención. Cuando en la cruz dijo “consumado es”, proclamó a todo el universo que el enemigo estaba vencido. Diez días después de ascender Jesús al cielo, descendió el Espíritu Santo. Entonces los discípulos predicaron, testificaron, hicieron milagros, oraron con poder, porque el Espíritu Santo los capacitó. Jesús se estaba posesionando de ellos por medio del Espíritu Santo. La única manera en que Dios se posesiona de nuestras Vidas y nos hace dar frutos abundantes y poderosos, es a través de su Espíritu Santo.
Hoy estamos en el final del camino. Necesitamos urgentemente acomodar nuestra mente, nuestro corazón y todo nuestro ser para recibir el Espíritu Santo de una manera abundante en nuestra vida. Cuando oramos, necesitamos sentir que Jesús es el Amigo que no falla, quien nos limpia, nos perdona, nos redime, y sobre todo, debemos sentir que con cada oración sincera el Espíritu Santo se derrama en nuestras vidas.
La sierva/o del Señor dice: “Antes de que termine completamente la obra y finalice el sellamiento del pueblo de Dios, recibiremos el derramamiento del Espíritu Santo” .
Amigas/os, dejemos que hoy el Espíritu de Dios refine y santifique nuestra vida, y se posesione de nosotras/os. Oro para que tengamos una experiencia llena de victorias que nos califique para, muy pronto, cantar el cántico del Cordero sobre el mar de vidrio.
Amigas/os, dejemos que hoy el Espíritu de Dios refine y santifique nuestra vida, y se posesione de nosotras/os. Oro para que tengamos una experiencia llena de victorias que nos califique para, muy pronto, cantar el cántico del Cordero sobre el mar de vidrio.
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