¿Sabe usted cuántos mandamientos hay en la Biblia? Algunos señalan que en el Antiguo Testamento pudieran haber hasta unos 613, mientras que en el Nuevo Testamento Jesús resumió todos los mandamientos en dos, según Mateo 22:37-40. Juan hace en este pasaje, un juego de palabras para hablar acerca del “mandamiento”. Por un lado comienza sus escritos llamando la atención en que no escribe un mandamiento nuevo sino el mismo, que sus lectores ya conocían. Pero luego va a decirnos que sí escribe un mandamiento nuevo. Igualmente, Juan se propone hablarnos de un mandamiento nuevo que a su vez, es el más antiguo de todos.
¿Qué es lo que quiere decir con todo esto? El contexto en el que Juan escribe guarda relación con su propio libro, en el que hace referencia al nuevo mandamiento que Jesús introdujo. Tengamos en cuenta que Juan no podría estar hablando de un nuevo mandamiento como si él mismo fuera su creador. No siendo así, Juan debió tener en su memoria las palabras de su Maestro, cuando dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Juan 13:34).
Juan habla de un mandamiento viejo en el sentido de que ya estaba en el Antiguo Testamento (Levítico 19:18). Los acólitos de Juan estaban muy familiarizados con ese mandamiento, pero a su vez también era nuevo, y al ser Jesús quien lo dijera, se elevó como uno de los mandamientos más grandes que se podía conocer. De esta manera, cuando Juan habla de lo antiguo y de lo nuevo, está haciendo ver a sus destinatarios que este mandamiento de amar a los demás, debe ser el más importante después de amar a Dios.
I. EL MANDAMIENTO DE AMAR A OTROS ES EL VÍNCULO QUE UNE A LOS DOS TESTAMENTOS
1. El mandamiento antiguo que habéis oído… 1ª Juan 2;7.
Juan utiliza en esta carta, términos muy íntimos y familiares cuando se dirige a sus lectores, que hacen ver su toque pastoral. Les llama “hijitos míos…”, “hermanos” y “amados”. Y si bien es cierto que muchas de las cosas que escribe en esta carta están llenas de exhortación, esta forma tan familiar con que escribe es un reflejo de lo que desea para su gente. Comienza, pues, diciendo que no escribe un “mandamiento nuevo” sino el que ellos siempre han sabido, el mandamiento antiguo. ¿Cuál es ese mandamiento antiguo? Pues por lo que se va a ver más adelante, este mandamiento antiguo no es sino el de amar al prójimo como uno de los más grandes mandamientos. Es extraordinario pensar que el mandamiento de amar a los demás ya formaba parte de las demandas de la ley, que fueron dadas para modelar la conducta de todo un pueblo. ¿Qué decía el Antiguo Testamento sobre este aspecto? “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová” (Levítico 19:18). Este mandamiento debe ser enseñado desde el principio, cuando alguien conoce a Jesucristo.
2. El mandamiento antiguo es la palabra oída. 1ª Juan 2:7b.
¿Qué conexión hay entre el mandamiento nuevo y el antiguo con la palabra oída? Pues mucha. Si la doctrina del amor fraternal es uno de los asuntos que en Juan va ser referencia una y otra vez, es porque hay una íntima relación entre lo que Juan dice del mandamiento y la palabra oída, porque la palabra oída trató este tema. Si nos detenemos en pensar en el comienzo de las vidas cristianas, la palabra enseñada tuvo que enfatizar mucho en el amor que deberían tenerse los unos a los otros. Por lo tanto, si el amor fue la nota distintiva de los primeros cristianos, como de hecho ha sido reconocido por escritores paganos, el mandamiento antiguo a través de aquella palabra impartida, tuvo que ser uno de los asuntos que más se enseñó a los que iban entrando en las comunidades cristianas. La ley del amor vendría a ser parte del primer discipulado que se le daba a los nuevos creyentes. Y por otro lado, afirmamos que esa palabra enseñada tuvo que ver con Jesucristo mismo, pues Él encarnaba el amor en su más sublime expresión. El mundo no conocía el verdadero amor hasta que llegó Jesucristo. Cuando esto sucedió, el mundo supo que ese amor no tuvo limite y que todos podían ser alcanzados.
II. EL MANDAMIENTO DE AMAR A OTROS ES UNA SEÑAL DE QUE SOMOS HIJOS DE DIOS
1. Verdadero en él y en vosotros 1ª Juan 2;8b.
Dios es amor, en consecuencia, Cristo es amor. Juan ahora dice que aquel mandamiento antiguo y nuevo, es “verdadero en Él”. Lo que significa que el mandamiento del amor se hace real en la persona de Cristo y todos sus seguidores. Juan ha venido poniendo en consideración este principio: el mandamiento del amor mutuo es la verdad suprema de todas. Especialmente, Jesucristo es la encarnación de la gloria de ese amor. Él es la perfección del mismo, mientras que en sus seguidores ese amor está presente aunque todavía no en su plenitud. Bendito el día en el que podamos amar más allá de las limitaciones a las que nos somete este cuerpo de muerte. El amor, que es verdadero en Cristo y también en nosotros, nos hace vivir en plena comunión, lo que equivale a decir que andamos en luz. El mandamiento de amar a otros es el mayor desafío de cada cristiano. Es la auténtica señal de que somos hijos de Dios.
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