Eran las 6:45 p.m., y todo estaba listo para reunirme con mis amigas en el esperado spa night. Nos disponíamos a tener una noche de relajamiento total entre chicas, en la que disfrutaríamos los placeres de limpiar nuestro cuerpo y mimarnos un poco.
La invitación era para las 7 p.m., pero minutos antes ya habían llegado todas. Estábamos desesperadas por gozar una noche de distensión, sin niños, sin teléfono y sin obligaciones. Tan pronto como iban llegando, las recibía en la puerta con un vaso de agua con granadina; al entrar podían sentir el olor de las velas relajantes y una suave música de fondo.
Nos sentamos en la sala de mi estancia. Cada rincón estaba preparado como una estación especial de manicura, pedicura, maquillaje, depilación, masaje. En su mirada, ellas expresaban que no podían esperar ni un minuto más para empezar a consentirse con esas actividades.
Pero, ¡alto, un momento!, dije. ¡Debemos empezar por lo más importante, pasar unos minutos con nuestro Creador! Compartimos testimonios breves, alabamos a Dios, y poco a poco fuimos buscándolo y entregándole nuestra alma para que la limpiara y purificara, así como también nos disponíamos a hacerlo físicamente. Oramos de rodillas, con un corazón contrito y humillado… Lo buscamos, y Él nos libró de muchos temores.
Créanlo o no, muchas tenían un cierto temor a disfrutar de ese momento de relajamiento. En muchos años, no habían dejado a sus hijos y su hogar durante un par de horas para consentirse algo y restaurar su vigor.
La reunión fue edificante, la disfrutamos mucho y nos recuperamos espiritual y físicamente. En la despedida entregué a cada una una carterita con diferentes artículos para la belleza y el cuidado diario. ¡Ah!… pero ¿qué hay de nuestra alma? ¿Cómo la embelleceríamos cada que vez que necesitáramos un retoque espiritual? También incluí una tarjetita que decía: “Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores”.
¡Embellezcamos nuestra alma cada día buscando al Señor! Es importante embellecernos cada día, pero más importante es acicalarnos espiritualmente.
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