sábado, 28 de noviembre de 2015

La Vida es Muy Corta

La vida es tan corta que debemos aprovechar cada día para ser felices.
John Powell, un profesor de Loyola University en Chicago, escribe sobre un estudiante de su clase de La Teología de la Fe, llamado Tommy.
Tommy resultó ser el “ateo de la clase” en mi curso de Teología de la Fe. Él objetaba constantemente, y sonreía sarcásticamente ante la posibilidad de un Dios/Padre que nos ama incondicionalmente.
Cuando al terminar el curso vino a entregar su examen final, me preguntó en un tono algo irónico:
¿Cree usted que alguna vez encontraré a Dios?
Inmediatamente decidí usar un poquito de la técnica de la terapia de shock. - ¡No!, le dije muy enfáticamente.
– ¿Por qué no?, me respondió, yo creía que ese era el producto que usted estaba vendiendo.

Dejé que estuviese a unos cinco pasos de la puerta del salón y alcé mi voz para decirle:
– ¡Tommy! Creo que tú nunca encontrarás a Dios… Pero estoy absolutamente seguro de que Él te encontrará a ti.
Él se encogió de hombros y salió de mi clase y de mi vida.
Me quedé algo frustrado por el hecho de que no había captado realmente mi ingeniosa observación:
“¡Él te encontrará a ti! Por lo menos yo pensaba que había sido ingeniosa…
Tiempo después me enteré que Tommy se había graduado y con ello, me dio la debida honra.
Más adelante me llegó una triste noticia, supe que Tommy padecía de cáncer terminal.
Antes de que yo pudiera salir a buscarlo, él vino a verme.
Cuando entró en mi oficina, se le veía demacrado y su larga cabellera había desaparecido debido a la quimioterapia. Pero sus ojos brillaban y su voz tenía una firmeza que no tenía antes.
Tommy, he pensado mucho en ti… oí que estás enfermo, le dije en un tono casual.
– Oh, sí, muy enfermo, me respondió, tengo cáncer en ambos pulmones. Es cuestión de semanas.
– Tom, ¿puedes hablar sobre eso?, le pregunté.
– Por supuesto, ¿que quiere saber?, me contestó.
¿Qué se siente al tener solo 24 años y estar muriéndose?, le dije.
Bueno, podría ser peor.
¿Peor, como qué?
Bueno, como llegar a los cincuenta años sin tener valores o ideales; o llegar a los cincuenta creyendo que beber, seducir mujeres y hacer dinero son “lo máximo” de la vida.

Antes había clasificado a Tommy de bajo moral, de extraño…
Parece ser como si a todo aquel que yo rechazara mediante mi propia calificación, Dios lo devolviera a mi vida para que me educara.
Tommy siguió: Pero por lo que en realidad vine a verlo, es por algo que usted me dijo el último día de clases.
Él continuó diciendo: - Yo le pregunté si usted creía que yo llegaría alguna vez a encontrar a Dios. Usted me dijo que no, cosa que me sorprendió mucho. Y añadió:
“Pero… Él te encontrará a ti”
Estuve pensando mucho en eso, aunque no se puede decir que mi búsqueda fuera muy intensa en aquel entonces.
Pero cuando los doctores removieron el tumor que tenía en la ingle y me dijeron que era maligno, fue cuando empecé a buscar seriamente a Dios.
Y cuando el cáncer se extendió
 a mis órganos vitales, de veras que empecé a golpear fuertemente con mis puños las puertas del Cielo… pero Dios no salió. De hecho, no pasó nada. ¿Alguna vez ha tratado de hacer algo con mucho esfuerzo sin obtener ningún resultado? Uno se harta psicológicamente, se aburre de tratar, tratar y tratar… y eventualmente, deja de tratar.
Bueno, pues un día me desperté y en lugar de estar lanzando mis reclamos inútiles por encima de ese muro de ladrillos, a un Dios que posiblemente no estuviera ahí, me rendí…
Decidí que en realidad no me importaba Dios, ni una vida después de la muerte, ni nada que se le pareciera. Decidí pasar el tiempo que me quedara haciendo algo más provechoso.
Pensé en usted y en su clase y recordé otra cosa que usted nos había dicho: ‘La mayor tristeza es pasarse la vida sin amar. Y que sería igualmente triste pasar por la vida e irse sin no haberles dicho nunca a los que uno ama, que los ama".
Así que empecé por el más difícil, mi padre.
Él estaba leyendo el periódico cuando me acerqué. - Papá … ¿Qué?, preguntó sin quitar sus ojos del periódico. - Papá, quisiera hablar contigo. - Bueno, habla. - Papá… es algo verdaderamente importante. Bajó el periódico lentamente, -¿De qué se trata? - Papá, yo te amo. Sólo quería que lo supieras.. (Me sonrió mientras me miraba con satisfacción, como si sintiera un gozo cálido y secreto que fluía desde su interior).  Entonces mi padre hizo dos cosas que no recuerdo que hubiese hecho antes. Lloró y me abrazó.
Estuvimos hablando toda la noche, aunque él tenía que ir a trabajar al día siguiente.. Me sentí muy bien al estar cerca de mi padre, ver sus lágrimas, sentir su abrazo y oírle decir que me amaba.
Fue más fácil con mi madre y con mi hermano pequeño. También ellos lloraron conmigo y nos abrazamos y nos dijimos cosas bonitas unos a los otros. Compartimos las cosas que habíamos guardado en secreto tantos años. Solo me arrepiento de una cosa…de haber esperado tanto tiempo.
Ahí estaba, comenzando a abrirme a todas las personas que siempre habían estado cerca de mí. Entonces, un día me volví ¡y ahí estaba Dios. No vino a mí cuando yo se lo rogaba.
Me imagino que yo me portaba como un adiestrador de animales aguantando el aro para que saltaran: ¡Vamos, salta! Te doy tres días, tres semanas. Aparentemente, Dios hace las cosas a Su manera y a Su hora.
Pero lo importante es que Él estaba ahí. ¡Me había encontrado! Usted tenía razón, me encontró aún después de que yo dejé de buscarlo.
– Tom, le dije casi sin aliento, yo creo que estás diciendo algo muy importante y más universal de lo que tú te puedas imaginar. Por lo menos para mí, lo que estás diciendo es que la forma más segura de encontrar a Dios es la de no hacerlo una posesión particular, un apañador de problemas, un consuelo instantáneo en tiempos de necesidad… sino abriéndose al amor. ¿Sabes?, el apóstol Juan dijo eso, él dijo: “Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.”
Tom, ¿podría pedirte un favor?, pregunté. Fíjate, cuando te tenía en mi clase eras una verdadera molestia, pero (riendo) ahora puedes compensarme por todo… ¿Vendrías a mi curso de Teología de la Fe y les contarías lo que acabas de contarme? Si yo se los dijera, no tendría el mismo impacto que puede tener al contárselo tú.
- ¡Oohh! Yo estaba preparado para decírselo a usted, pero no sé si lo estoy para su clase.
- Piénsalo, Tom, y si te sientes listo, llámame.
Tom me llamó a los pocos días y me dijo que estaba listo para la clase, que él quería hacer eso por Dios y por mí. Así que hicimos la cita, pero Tom nunca pudo llegar… Él tenía una cita mucho más importante que la mía y mi clase.
Por supuesto que su vida no terminó con la muerte, sólo cambió. Él dio el gran salto de la fe a la visión.
Encontró una vida más hermosa que todo lo que ha visto el ojo humano, o que el oído humano haya escuchado o que la mente del ser humano jamás haya imaginado. Pero antes de que él muriera, hablamos una última vez.
-No voy a poder llegar a su clase”, me dijo. - Lo sé, Tom. - ¿Les dirá usted por mí? ¿Le dirá al mundo entero por mí? -Sí,-Tom, les diré. Lo haré lo mejor posible.
Así que a todos ustedes que han tenido la bondad de leer esta simple historia sobre el amor de Dios, gracias por el tiempo.
Y a ti, Tommy, en los brillantes y verdes cerros del Cielo,... se lo dije lo mejor que pude.

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