jueves, 26 de noviembre de 2015

Fe, esperanza y amor

Un día El Amor salió a buscar a sus dos hermanas, La Fe y La Esperanza. Se dirigió al pueblo y encontró a la Fe, la cargó en sus brazos y subió una montaña hasta llegar a casa. Luego decidió ir al bosque, y después de buscar largas horas, finalmente pudo encontrar a su otra hermana la Esperanza, la tomó de la mano y la llevó a casa. Aunque la Fe mueva montañas y la Esperanza sea lo último que se pierda, no son nada sin su hermano mayor, El Amor.
Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. ” 1 Corintios 13: 13

El amor nunca dejará de ser debido a la naturaleza misma de Dios, porque Él es amor. La expresión más directa y perfecta de ese amor es Jesucristo. Dios entregó a su único hijo para que nosotros no nos perdamos, sino que alcancemos y disfrutemos de ese maravilloso privilegio y don de su amor que es la Vida Eterna. El amor de Dios es eterno, y aunque nos resulte increíble que nos ame con ese amor, Él lo hace. Como seres humanos podemos hacer muchas cosas en esta tierra, tener fama, fortuna, e incluso podemos hacer cosas buenas, como servir en la iglesia, plantar en fe, transformar vidas con el evangelio, pero sin duda, nada somos si no tenemos amor. Aunque es cierto que para agradar a Dios es necesario tener fe, el primer lugar lo ocupará siempre El Amor porque sin él la fe no sería nada.

De igual manera, existe el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, pero el mayor de ellos es el amor, es decir, el Padre. Dios es amor, y como tal es mayor que el Hijo y que el Espíritu Santo. Jesús dijo: El Padre (=el amor) es mayor que yo” (Cristo, =”la fe de Jesús”, Juan. 14:28, Apocalipsis 14:12), y que el Espíritu Santo (la esperanza, Romanos 15:13).


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