Si hay una cosa que realmente haga sentir feliz a un padre es que amen a sus hijos, pues el amar al hijo te lleva a amar también a su padre o viceversa, al amar a un padre te llevará a amar a sus hijos.
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha Sido engendrado por él. 1 Juan 5:1 (Reina-Valera 1960).
Todo se envuelve en AMOR, esa pequeña y corta palabra de solo cuatro letras que posee un significado tan profundo, y también son cuatro letras las que dicen el nombre de quien es causante de tan gran sentimiento: DIOS.
Nosotros nos convertimos en hijos de Dios al creer en Jesús y abrirle nuestro corazón; al hacer esto estamos reconociendo y aceptando el amor de Dios, lo que por su parte, nos llevará a amarlo también.
Por lo tanto, ese amor que recibimos debemos compartirlo con los demás, porque un buen hijo de Dios se identifica principalmente, por el amor que hay en él y que refleja porque Dios es amor; si tan solo tratáramos a todos lo que nos rodean con amor y los miráramos siempre así, existirían menos pleitos y contiendas.
Aparte de eso, cuando amamos también obedecemos, pues lo que menos queremos es entristecer el corazón de esa persona que nos ama, y eso es lo que Dios también pide que hagamos; al hacerlo le estaremos demostrando nuestro amor.
¨Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el Principio.¨ 2 Juan 1:6 (Reina-Valera 1960).
Cuando hay amor, cumplirle a la otra persona no se dificulta porque lo que más anhelas es hacerla feliz. No veamos los mandatos como una obligación, sino como la puerta que nos abrirá bendiciones; dado que que los más favorecidos seremos nosotros, al ver que nuestro prójimo necesita ayuda no lo amemos simplemente porque sí, sino porque, además de que sea un mandato de Dios que tu corazón esté lleno de amor, porque en el amor se trata de ayudar y de buscar el bien para los demás.
Si nuestras miradas fueran más llenas de amor que de rencor, lástima, orgullo etc. nuestra vida sería diferente. Si conocemos el amor de Dios, reflejémoslo a diario, a cada momento, no importando a quien sea, y que cada gesto o palabra salgan llenos de amor, que el amor nos brote hasta por los poros.
Amar no es cualquier cosa, el amor permanece, y por eso los buenos padres y verdaderos amigos siempre estarán a nuestro lado; es más, si amas a alguien del sexo opuesto y decides unir tu vida a esa persona siempre y cuando sea la voluntad de Dios, es para no separarse nunca, que lo que Dios una que no lo separe el hombre. Cuando tú realmente amas a alguien, estás dispuesto a sacrificarte, a hacer las cosas sin esperar nada a cambio, a luchar por él o ella sin importar cuánto cueste o duela; sencillamente, quien no admite estas cosas es porque no ama.
Hagamos nuestra esta identidad como hijos de Dios, porque el que así se considere y cumpla, tendrá para él una promesa: ¨Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.¨ 1 Juan 5: 4 (Reina-Valera 1960).
Así que somos nacidos de Dios y tenemos todo a nuestro favor para vencer al mundo (el pecado, la maldad, la mentira, el odio, la enfermedad, las ataduras, los problemas, las crisis emocionales, matrimoniales, familiares, económicas etc.). Y el arma que se nos da para vencerlo con todas las de la ley se llama FE.
Así que somos nacidos de Dios y tenemos todo a nuestro favor para vencer al mundo (el pecado, la maldad, la mentira, el odio, la enfermedad, las ataduras, los problemas, las crisis emocionales, matrimoniales, familiares, económicas etc.). Y el arma que se nos da para vencerlo con todas las de la ley se llama FE.
Y la estocada final: ¨¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?¨ 1 Juan 5:5 (Reina-Valera 1960). Es decir, querido herman@, TÚ y YO.
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